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Festejos del Atlante Campeón del futbol mexicano

December 10th, 2007 Posted in campeon, historia, liguilla No Comments »


Atlante Campeón V
Originally uploaded by Aleksu

El Club de Fútbol Atlante, S.A. de C.V. conocido popularmente como Atlante y con el mote de “Potros de hierro” es el campeón actual del fútbol mexicano que milita en la primera división.

Fundado en el año 1916, es uno de los más antiguos representantes de este deporte en el país. Hasta el torneo Clausura 2007 jugaba sus partidos locales en el Estadio Azteca, localizado en la Ciudad de México. El equipo se ha caracterizado por ser un “peregrino” del futbol local, pues de 1991 a la fecha ha jugado como local en el Estadio Azteca, el Estadio Corregidora del estado de Querétaro, el Estadio Azulgrana (hoy Estadio Azul), y el Estadio de la Universidad Tecnológica de Neza del Estado de México. Este fenómeno y el mal desempeño del club en los últimos torneos mermó el notable respaldo popular del que antiguamente gozaba.

El 14 de mayo del 2007, la directiva del club declaró que el Atlante se trasladaría a la ciudad de Cancún, estado de Quintana Roo.

Un autobus transportando a los jugadores del victorioso equipo de futbol Atlante se abre camino entre los cientos de seguidores que se dieron cita en la Glorieta del Ceviche en el centro de Cancún para celebrar la obtención del campeonato de la Primera División frente al equipo de los Pumas de la UNAM.

Entre los jugadores se puede ver al defensa Carevic, al portero Vilar (sosteniendo el trofeo), al medio campista Zamora y al delantero Maldonado.

Original post by Prismatico

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Festejos del Atlante Campeón del futbol mexicano

December 10th, 2007 Posted in campeon, historia, liguilla No Comments »


Atlante Campeón V
Originally uploaded by Aleksu

El Club de Fútbol Atlante, S.A. de C.V. conocido popularmente como Atlante y con el mote de “Potros de hierro” es el campeón actual del fútbol mexicano que milita en la primera división.

Fundado en el año 1916, es uno de los más antiguos representantes de este deporte en el país. Hasta el torneo Clausura 2007 jugaba sus partidos locales en el Estadio Azteca, localizado en la Ciudad de México. El equipo se ha caracterizado por ser un “peregrino” del futbol local, pues de 1991 a la fecha ha jugado como local en el Estadio Azteca, el Estadio Corregidora del estado de Querétaro, el Estadio Azulgrana (hoy Estadio Azul), y el Estadio de la Universidad Tecnológica de Neza del Estado de México. Este fenómeno y el mal desempeño del club en los últimos torneos mermó el notable respaldo popular del que antiguamente gozaba.

El 14 de mayo del 2007, la directiva del club declaró que el Atlante se trasladaría a la ciudad de Cancún, estado de Quintana Roo.

Un autobus transportando a los jugadores del victorioso equipo de futbol Atlante se abre camino entre los cientos de seguidores que se dieron cita en la Glorieta del Ceviche en el centro de Cancún para celebrar la obtención del campeonato de la Primera División frente al equipo de los Pumas de la UNAM.

Entre los jugadores se puede ver al defensa Carevic, al portero Vilar (sosteniendo el trofeo), al medio campista Zamora y al delantero Maldonado.

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Club America 91 Aniversario semblanza PARTE 1

October 23rd, 2007 Posted in america, historia No Comments »

Esta semana es de clásico y ademas el América jugara contra el Vasco Da Gama en la copa Sudamericana. Por eso les recordamos que el América tuvo un triste festejo de sus 91 años ya que no pudo ganarle al poderoso Veracruz.


Estadio Azteca, originally uploaded by [**mar!ana**] …. When your heart stop beating….

América tiene una historia truculenta pero llena de títulos:

Campeón Liga (Época no profesional) 1924-25, 1925-26, 1926-27, 1927-28
Campeón Liga (Época profesional) 1965-66, 1970-71, 1975-76, 1983-84, 1984-85, Prode 85, 1987-88, 1988-89, Verano 2002, Clausura 2005
Campeón de Copa 1938, 1953-54, 1954-55, 1963-64, 1964-65, 1973-74
Campeón de Campeones 1954-55, 1975-76, 1987-88, 1988-89,2004-2005
Campeón Copa Interamericana 1978, 1991
Campeón Copa Gigantes CONCACAF 2001
Campeón CONCACAF 1978, 1988, 1991, 1993, 2006

hay un sentimiento ya sea de odio o de amor a este equipo, pero no pasa desapercibido, por eso ahí les va este vídeo de la historia de este equipo:

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Original post by Prismatico

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Breve historia de la idiotez ajena

October 23rd, 2007 Posted in historia, izquierda No Comments »

Jorge Majfud
ALAI
19 de octubre de 2007

Esta semana el biólogo James Watson volvió a insistir sobre la antigua teoría de la inferioridad intelectual de los negros. Esta antigua teoría fue apoyada por un estudio en los ’90 de Charles Murray y Herrnstein sobre “ethnic differences in cognitive ability” que mostraban gráficas de coeficientes intelectuales claramente desfavorables a la raza negra. Ahora Watson, de paso, ha propuesto la manipulación genética para curar la estupidez, pero no menciona si es conveniente curar la estupidez antes de realizar cualquier manipulación genética. También los nazis —y quizás Michael Jackson— eran de la misma idea que Watson. Ni Hitler ni los nazis carecían de inteligencia ni de una alta moral de criminales. Como recordó un personaje del novelista Érico Veríssimo, “durante a era hitlerista os humanistas alemães emigraram. Os tecnocratas ficaram com as mãos e as patas livres”.

Veamos dos breves aproximaciones al mismo problema, uno filológico y otro biológico. Ambos ideológicos.

Por sus denuncias a la opresión de los indígenas americanos, Bartolomé de las Casas fue acusado de enfermo mental y sus indios de idiotas que merecían la esclavitud. Es cierto que sus crónicas y denuncias fueron aprovechadas para acusar a un imperio en decadencia por parte de la maquinaria publicitaria de otro imperio en ascenso, el británico. Pero esto es tema para otra reflexión.

El erudito español Marcelino Menéndez Pelayo en 1895 calificó a de las Casas de “fanático intolerante” y a Brevísima Historia, de “monstruoso delirio”. Su más célebre alumno y miembro de la Real Academia Española, Ramón Menéndez Pidal, fue de la misma opinión. En su publicitado y extenso libro, El padre Las Casas (1963) desarrolló la tesis de la enfermedad mental del sacerdote denunciante al mismo tiempo que justificó la acción de los conquistadores, como la muerte de tres mil indios en Cholula a manos de Hernán Cortés porque era una “matanza necesaria a fin de desbaratar una peligrosísima conjura que para acabar con los españoles tramaba Moctezuma”. Según Menéndez Pidal, Bartolomé de las Casas “era una víctima inconsciente de su delirio incriminatorio, de su regla de depravación inexceptuable”. Pero al regresar a España para denunciar las supuestas injusticias contra los indios, “se encontró con la gravísima sorpresa de que su opinión extrema sobre la evangelización del Nuevo Mundo tenía enfrente otra opinión, extrema también, en defensa de la esclavitud y la encomienda. Esa opinión estaba sostenida muy sabiamente por el Doctor Juan Ginés de Sepúlveda [a través de] un opúsculo escrito en elegante latín y titulado Democrates alter, sirve de justis belli causis apud Indos”. Una nota al pié dice: “Publicado con una hermosa traducción, por Menéndez Pelayo en Boletín de la Real Acad. De la Historia, XXI, 1891”. Ginés de Sepúlveda, basándose en la Biblia(Proverbios), afirmaba que “la guerra justa es causa de justa esclavitud […] siendo este principio y concentrándose al caso del Nuevo Mundo, los indios ‘son inferiores a los españoles como los niños son a los adultos, las mujeres a los hombres, los fieros y crueles a los clementísimos, […] y en fin casi diría como los simios a los hombres’”. Con frecuencia, Pidal confunde su voz narrativa con la de Sepúlveda. “Bien podemos creer que Dios ha dado clarísimos indicios para el exterminio de estos bárbaros, y no faltan doctísimos teólogos que traen a comparación los idólatras Cananeos y Amorreos, exterminados por el pueblo de Israel”. Según Fray Domingo de Soto, teólogo imperial, “por la rudeza de sus ingenios, gente servil y bárbara están obligados a servir a los de ingenio más elegante”. Menéndez Pidal insistía en su tesis de la incapacidad mental de quienes criticaban a los conquistadores, como “el indio Poma de Ayala, [que] mira con maliciosos ojos a dominicos, agustinos y mercedarios, mientras advierte que franciscanos, jesuitas y ermitaños hacen mucho bien y no toman limosna de plata”. Según Pidal, esto se debía a que “a esos indios prehistóricos, venidos de la edad neolítica, no era posible atraerlos con la Suma teológica de Santo Tomás de Aquino, sino con las Florecillas Espirituales del Santo de Asís”.

En su intención de demostrar la enfermedad mental del denunciante, Pidal se encuentra con indicios contrarios y resuelve, por su parte, una regla psicológica que lo arregla todo: “el paranoico, cuando sale del tema de sus delirios, es un hombre enteramente normal”. Luego: “Las Casas es un paranoico, no un demente o loco en estado de inconsciencia. Su lucidez habitual hace que su anormalidad sea caso difícil de establecer y graduar”. Que es como decir que era tan inteligente que no podía razonar correctamente, o por su lucidez veía ilusiones. Bartolomé de las Casas “vive tan ensimismado en un mundo imaginario, que queda incapaz para percibir la realidad externa, que es la desbordante energía desplegada por España en los descubrimientos geográficos”. Una confesión significativa: “Las Casas hubiera sido, dada su extraordinaria actividad, un excelente obispo en cualquier diócesis de España, pero su constitución mental le impedía desempeñar rectamente un obispado en las Indias”. De aquí se deducen dos posibilidades: (1) América tenía un efecto mágico-narcótico en algunas personas o (2) los obispos de España eran paranoicos como de las Casas pero por ser mayoría era tenido como algo normal.

Esta idea de atribuir deficiencias mentales en el adversario dialéctico, se renueva y extiende en libros masivamente publicitados sobre América Latina, como Manual del perfecto idiota latinoamericano (1996) y El regreso del idiota (2007). Uno de los libros objetos de sus burlas, Para leer al pato Donald (1972) de Ariel Dorfman y Armand Matterlart, parece contestar esta posición desde el pasado. El discurso de las historietas infantiles de Disney consiste en que, “no habiendo otorgado a los buenos salvajes el privilegio del futuro y del conocimiento, todo saqueo no parece como tal, ya que extirpa lo que es superfluo”. El despojo es doble, casi siempre coronado con un happy ending: “Pobres nativos. Qué ingenuos son. Pero si ellos no usan su oro, es mejor llevárselo. En otra parte servirá de algo”.

Sócrates o Galileo pudieron hacerse pasar por necios, pero ninguno de aquellos necios que los condenaron pudieron fingir inteligencia. Eso en la teoría, porque como decía Demócrates, “el que amonesta a un hombre que se cree inteligente trabaja en vano”.

En Examen de ingenios para las ciencias (1575), el médico Juan Huarte compartía la convicción científica de la época según la cual el cabello rubio —como el de su rey, Felipe II— era producto de un vapor grueso que se levantaba por la fuerza de la inteligencia. Sin embargo, afirmaba Huarte, no era el caso de los alemanes e ingleses, porque su cabello rubio nace de la quema del mucho frío. La belleza es signo de inteligencia, porque es el cuerpo su residencia. “Los padres que quisieren gozar de hijos sabios y de gran habilidad para las letras, han de procurar que nazcan varones”. La ciencia de la época sabía que para engendrar varón se debía procurar que el semen saliera del testículo derecho y entrase en el lado derecho del útero. Luego Huarte da fórmulas precisas para engendrar hijos de buen entendimiento “que es el ingenio más ordinario en España”.

En la Grecia antigua, como dice Aristóteles, se daba por hecho que los pueblos que vivían más al sur, como el egipcio, eran naturalmente más sabios e ingeniosos que los bárbaros que habitaban en las regiones frías. Alguna vez los rubios germánicos fueron considerados bárbaros, atrasados e incapaces de civilización. Y fueron tratados como tales por los más avanzados imperios de piel oscurecida por los soles del Sur. Lo que demuestra que la estupidez no es propiedad de ninguna raza.

Jorge Majfud
The University of Georgia

Original post by Eratóstenes Horamarcada

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Día de la Raza y la Hispanidad

October 12th, 2007 Posted in historia No Comments »

12 de octubre de 1936
Salvador López Arnal
Rebelión
12 de octubre de 2007

Día de la Raza y la Hispanidad

Como recordaba el gran sociólogo barcelonés Esteban Pinilla de las Heras1, el término ‘raza’ no tuvo en los años veinte del pasado siglo la significación zoológica-biologista que pasó a tener tras su uso por nazis, pre-nazis y sus seguidores e imitadores. En España, durante los años de la dictadura del general Primo de Rivera, el término, usado ya entonces, no designaba ninguna hipotética “raza española”.

El día de la Raza había sido instaurado en 1917 por el presidente argentino Hipólito Yrigoyen, él mismo de ascendencia vasca e indígena. Dirigente del Partido Radical2, había llegado al poder en 1916. La raza del presidente Irigoyen no sólo eran las comunidades provenientes de la ascendencia española sino la resultante del mestizaje entre descendientes de personas originarias de la Península ibérica, de toda la península, y los descendientes de los antiguos pobladores de América.

Fue posteriormente, durante los primeros años de la dictadura del general golpista Franco, cuando el 12 de octubre, el día de la Raza, luego llamado día de la Hispanidad, recibió la significación imperial que en absoluto había estado presente en el ánimo e intencionalidad del presidente argentino Yrigoyen.

Curiosamente, Manuel Sacristán, al reseñar para Laye un ensayo introductorio de Jean Wahl 3 , había sugerido a principios de los cincuenta una singular definición de Hispanidad:

Las personas propensas a creer que la Hispanidad no pasa de ser un pretexto para la retórica gruesa deben considerar la riqueza literaria que nos llega de la América española. Entonces descubrirán -por ejemplo- que Hispanidad es, cuando menos, eso que nos permite leer La Colmena.

Los Breviarios del FCE son tal vez los más sorprendentes de todos esos libros que nos remite la Hispanidad. Son en principio, manualitos divulgadores. Pero con frecuencia sus satinadas páginas producen sorpresas de cierta magnitud. De mucha es la que proporciona el manual de Wahl.

(…) Quedamos, pues, en que, por el momento, la Hispanidad es eso que nos permite leer La Colmena de Cela y la Introducción a la Filosofía de Jean Wahl.

*

Sea como fuere, la historia española de esa celebración tiene un momento altamente significativo. El 12 de octubre de 1936 había sido declarado por el fascismo español como día de la Raza y la Hispanidad. Cuatro días antes, el día 8, Miguel de Unamuno había publicado en los periódicos de Salamanca el “Mensaje de la Universidad de Salamanca a las Universidades del mundo”, y al día siguiente “empezó la preparación editorial de la “Fiesta de la raza” en los periódicos, con un “vibrante” suelto, empedrado de tópicos y exaltación patriótica”4. El día 11 la prensa de los alzados en armas inició la publicación de la carta-pastoral de Enrique Plà y Daniel, a la sazón arzobispo de Salamanca. Fechada el 30 de septiembre de 1936, la pastoral llevaba por título “Las dos ciudades”. En el índice de la primera entrega periodística se señalaba: “Año 1936, piedra miliar en la historia de España. Revolución y Contrarrevolución. Los dos amores que las engendraron y con ellas a las dos ciudades. Frente al vandalismo de los hijos de Caín, el heroísmo y el sublime y fructífero martirio de los hijos de Dios”.

El día 12, en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, se organizó un acto de exaltación hispánica y racial que se convirtió ”en un aquelarre de simbolismos y gritos rituales fascistas”5. Miguel de Unamuno, rector de la Universidad, presidía la mesa. El general Franco le había cedido su representación en el acto académico6. Era la primera ocasión para que los militares amigos de Hitler y Mussolini, alzados contra la II República española, pudieran exaltar abiertamente los valores por los que se habían sublevado y “por los que estaban llenando de sangre los campos y las ciudades de España”7.

El estallido de la guerra había pillado al autor de La agonía del cristianismo en Salamanca, ciudad que, junto con Burgos, funcionaba como capital de facto de los facciosos antirrepublicanos. En aquellas primeras semanas, el pensador vasco mostró un apoyo expectante hacia los sublevados contra la legalidad republicana y el número de sus disparates políticos no es un cardinal menor. Su extravío ideológico y su confusión política no fueron, se miren como se quieran mirar, una simple y breve nota a pie de página8.

En la mesa del acto, además del propio Unamuno, figuraban el cardenal Enrique Plà y Daniel, de origen catalán; el fundador de la Legión, el general Millán Astray, con sus armas en la mano; Carmen Polo, la esposa del general golpista, con sus escoltas personales.

La puesta en escena siguió el siguiente desarrollo. Intervinieron, en primer lugar, José María Ramos Loscertales, catedrático de Historia, un ex liberal converso de última hora, que habló del imperio español y de las esencias históricas de la raza; el dominico P. Beltrán de Heredia, también historiador de la Universidad de Salamanca, el más comedido de los participantes, quien hizo referencia a los maestros de la vieja Universidad, y a su “humanística y humanitaria preocupación por los modos de la colonización americana, en especial su compañero de Orden, el P. Vitoria, burgalés, creador del derecho de gentes”9 y coartada de los supuestos valores espirituales que los levantados en armas contra la Constitución republicana decían defender10. Francisco Maldonado de Guevara, catedrático de literatura de la Facultad de Filosofía, habló del caudillo, de las maldades de la URSS y de la necesidad de exterminar a la anti-España. José María Pemán habló a continuación y sugirió que cada uno, que cada español en su pecho construyera un Alcázar de Toledo.

El legionario Millán Astray, falto de un brazo, un ojo cubierto, cojeando de una pierna11, habló a continuación.

Astray: Catalunya y el País Vasco son cánceres en el cuerpo de la nación. El fascismo, remedio de España, viene a exterminarlos, cortando en la carne viva y sana como un frío bisturí. La carne sana es la tierra, la enferma su gente. El fascismo y el ejército arrancarán a la gente para restaurar en la tierra el sagrado reino nacional… Cuando Franco lo quiera y con la ayuda de mis valientes moros (sic), que si bien ayer me destrozaron el cuerpo, hoy merecen la gratitud de mi alma por combatir a los malos españoles… Porque dan la vida por la sagrada religión de España, escoltan a nuestro Caudillo12.

Astray, junto con el auditorio exaltado: ¡Viva la muerte!

Astray (con gritos muy varoniles): ¡España! ¡Una! ¡España! ¡Grande! ¡España! ¡Libre!

Unamuno, que entonces tenía 72 años respondió a continuación: Todos estáis pendientes de mis palabras y todos me conocéis y me sabéis incapaz de callar. Callar significa a veces mentir, porque el silencio puede interpretarse como aquiescencia. Yo no podría sobrevivir a un divorcio entre mi consciencia y mi palabra. Seré breve y la verdad es más verdad cuando se expone desnuda.

Quisiera, pues, comentar el discurso, por llamarlo de algún modo, del general Millán Astray… Dejemos aparte el insulto personal que supone la repentina explosión de ofensas contra vascos y catalanes. Yo nací en Bilbao, en medio de los bombarderos de la segunda guerra carlista. Luego me casé con esta ciudad de Salamanca, tan querida, pero jamás he olvidado mi ciudad natal. El obispo [Unamuno señaló al cardenal Plà y Daniel], quiéralo o no, es catalán, nacido en Barcelona… Acabo de oír el grito necrófilo y carente de sentido de ¡Viva la muerte! Me suena lo mismo que ¡Muera la vida! Y yo, que he pasado la vida creando paradojas, he de deciros, como autoridad en la materia, que esa ridícula paradoja me repugna…

El general Millán Astray es un inválido. No es preciso decirlo en tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Desgraciadamente hay hoy demasiados inválidos en España. Y pronto habrá muchos más. Me aterra penar que el general Millán Astray pueda dictar normas de psicología de masas. Un inválido que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, que era simplemente un hombre, y no un superhombre, viril y completo a pesar de sus mutilaciones, un inválido, como digo, que carezca de esa superioridad de espíritu, suele sentirse aliviado viendo como se multiplica el número de mutilados alrededor de él.

Millán Astray, sentado en el extremo de la mesa presidencial que había golpeado repetidamente con su única mano, y que se había alzado y había interrumpido a Unamuno, gritó: ¡Mueran los intelectuales! ¡Viva la muerte!

Auditorio, como coro fascista: ¡Mueran los intelectuales! ¡Viva la muerte!

José María Pemán [ahora entre el público]: ¡No! ¡Abajo los falsos intelectuales! ¡Traidores!

Unamuno (concluyendo el acto): Estamos en el templo de la inteligencia y yo soy aquí su sumo sacerdote. Vosotros estáis profanando un sagrado recinto. Yo siempre he sido, diga lo que diga el proverbio, un profeta en mi propio país. Y ahora os digo: venceréis pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y el derecho en la lucha. Me parece inútil deciros que penséis en España. He dicho.

Hubo riesgo de linchamiento. Carmen Polo, el cardenal Plà y otro general franquista presente en el acto condujeron a Unamuno fuera del paraninfo y lo metieron en un automóvil. Unamuno tropezó, al salir, en la puerta de la Universidad. Una multitud de brazos en alto y de gritos patriótico-fascistas rodeó el coche. El general legionario se enfrentó todavía con el viejo rector con un gesto de desafío, junto al estribo mismo del coche de Carmen Polo. Dejando la multitud atónita y exaltada, Unamuno fue conducido por a calle de la Rúa a su domicilio. Poco a poco fue recuperando la normalidad.

Los periódicos del día siguiente, 13 de octubre, abrieron la primera página con los siguientes titulares: “La fiesta de la Raza se celebró este año en Salamanca con excepcional y magnífica solemnidad”.

Desde luego: no hubo referencia alguna al incidente entre Unamuno y el general golpista Millán Astray.

*

Destituido del rectorado, arrestado en su domicilio, Unamuno murió pocos meses más tarde, el 31 de diciembre de 1936.

Durante este período de arresto se arrepintió mil veces de haber contemporizado con los sublevados. En una carta de este período, dirigida a un periodista francés, Unamuno pronosticaba que

En esta guerra que se libra en España morirán cientos de miles de personas y miles de otras deberán marchar al exilio y jamás podrán volver… Porque la dictadura que se avecina en España será la más brutal que hayan conocido los tiempos. Se nutrirá del maridaje entre la sacristía y el cuartel…

El tiempo no falsó sus palabras. Años más tarde, enero de 1957, se incluyeron en el índice de libros prohibidos dos de sus obras. Una de ellas, La agonía del cristianismo, porque el censor dedujo por el título que el ensayo abonaba el final de la cristiandad.

La Iglesia católica, apostólica y romana, vértice indiscutido del régimen franquista, uno de sus intelectuales orgánicos con mayor influencia y larga sombra, redactó una larga nota para justificar el atropello que fue publicada por la prensa en los primeros días de febrero de 195713. No tiene desperdicio:

La Iglesia no se mueve en un campo de interés humano ni tampoco en su cometido el de señalar los valores humanos en el mundo de la cultura. Consciente de su misión sobrenatural se mueve con la más amplia libertad en los límites de su competencia, subordinando a dicha misión sobrenatural todo motivo de orden terreno. Don Miguel de Unamuno ha sido ensalzado por mucho tiempo un escritor de rara fuerza, como un rebelde, y su actitud ante los grandes movimientos literarios y políticos le ha valido la adoración de cuantos aman la libertad de pensamiento como el valor supremo del hombre y la sociedad. La Iglesia, al condenar las dos obras del rector de Salamanca y al amonestar a los católicos contra los peligros doctrinales y morales de otras obras de Miguel de Unamuno, no expresa un juicio sobre el valor literario o filosófico y mucho menos sobre la intención del autor. Condena la negación del dogma y la ignorancia de la verdad […] Esto no es una novedad ni un retorno a la Edad Media. Es, simplemente, la posición lógica de quien tiene absoluta consciencia de su sobrenatural misión […] Y es precisamente esa actitud la que libra a la Iglesia de todo compromiso con un opinión pública.

Esta Iglesia era la abanderada del nacional-catolicismo que, bien mirado, y para hablar en sus términos, tenía poco de nacional: expulsaba fuera de ella no sólo a Unamuno sino incluso a Ortega y Gasset.

El mismo Pinilla de las Heras apuntaba una reflexión, obvia por conocida, refiriéndose al poder de la Iglesia romana14:

En mi experiencia iberoamericana ulterior, años más tarde, he comprobado que la Iglesia reclama la libertad y trabaja por la libertad de la mayoría, cuando ella está en minoría. Pero en cuanto tiene poder suficiente y consigue la subordinación del poder político, tiende a transformar a este en brazo armado que implemente sus decisiones. Y esto, tanto antes como después del Concilio Vaticano II.

*

Como otros símbolos e instituciones asociados al franquismo –la bandera bicolor, el himno patachín-patachán15, la Iglesia católica, las familias de siempre, la Justicia, el Ejército, la misma Monarquía- la transición también intentó dulcificar aristas, alejar aceleradamente el tiempo pasado y girar o alterar significados en sentido democrático. El día de la raza sería el día de España, el día de la nación. No se escogió el 6 de diciembre, día de la Constitución, acaso más consistente con ese objetivo, ni desde luego, el 14 de abril, el 16 de febrero o el 1º de Mayo, pongamos por caso.

No es necesario hacer consideraciones o valoraciones políticas. De manera realista, estratégicamente, acaso calcularon que una o dos generaciones, sectores de ellas cuanto menos, no iban a poder identificarse con esas celebraciones ni con esos iconos. Era de hecho un aspiración quimérica. Era imposible que determinadas gentes pudieran sentirse próximas a todo ello: a la bandera, al día de la Raza, a la Monarquía borbonada. Había que tragar mucha quina y el cuerpo, como el alma, tiene sus límites. El estómago no podía soportar tanta acidez.

Pero al paso que van -el tiempo no acuña en bronce los pactos puntuales-, basta detenerse un momento en lo anunciado para este 12 de octubre de 2007 y su nueva reconversión en día de exaltación patriótica y de concursos que prueben y demuestren quien es más español(gol), es posible que el desencuentro entre los símbolos de la España oficial y los sentimientos de la ciudadanía real que exige aire trece veces por minuto, se extienda a sectores ciudadanos más jóvenes, mucho más jóvenes. En beneficio de todos, y de la memoria democrática no entregada, ¡que así sea!

(No lo tomen como un exabrupto final pero, sinceramente, me sale de dentro: ¡que les den! Dijo el poeta y nos lo cantaba Paco Ibañez: “¡hasta enterrarlos en el mar!” Pues eso).

————————————————

1 Esteban Pinillas de las Heras, En menos de la libertad. Dimensiones políticas del grupo Laye en Barcelona y en España. Anthripos, Barcelona, 1989, p. 83.

2 Pinilla de las Heras señala que la presidencia de Irigoyen abría la posibilidad por vez primera de un gobierno popular que no fuera conservador ni estuviera a los dictados de la oligarquía terrateniente.

3 “Reseña de Jean Wahl, Introducción a la Filosofía”. M. Sacristán, Papeles de filosofía. Icaria, Barcelona, 1984, pp. 483 y 486.

4 Luciano G Egido, Agonizar en Salamanca. Unamuno, julio-diciembre de 1936. Barcelona, Tusquests, 2006, p. 138.

5 Bernat Muniesa, Dictadura y Transición. La España lampedusiana. Vol I. La dictadura franquista 1919-1975. Publicacions i edicions de la UB, Barcelona, 2005, pp. 55-58.

6 Recuérdese que el dictador Francisco Franco, con el seudónimo de Juan de Andrade, escribió el guión de “Raza”, película dirigida en 1941 por José Luis Sáenz de Heredia, familiar de José Antonio Primo de Rivera.

7 Luciano G. Egido, Agonizar en Salamanca, op cit, p. 139.

8 Véase, por ejemplo, Luciano G Egido, Agonizar en Salamanca. Unamuno, julio-diciembre de 1936, ob cit. Sin embargo, años después, la obra de Unamuno (o parte de ella) influyó en un sector crítico de jóvenes falangistas que fueron rompiendo paulatinamente con el franquismo y con la misma Falange. Indicios de ello pueden verse en Estilo, Qvadrante y Laye. Véanse a este respecto las declaraciones de Juan-Carlos García Borrón, Josep Mª Castellet y Jesús Núñez, “Pocholo”, en Xavier Juncosa, Integral Sacristán, El Viejo Topo, Barcelona, 2006.

9 Luciano G Egido, Agonizar en Salamanca, op. cit, p. 144.

10 Pedro J. Ramírez, el director de El Mundo que cultiva muy bien la figura del clásico señorito español, aseguraba en una tertulia de la COPE del día 9 de octubre que el actual borrador de la ley de la Memoria histórica deforma los hechos, dado que el franquismo había sido una respuesta legítima a los excesos, abusos y crímenes de la Segunda República española. Las máscaras, muy gastadas, caen y el rostro aparece con las antiguas y conocidas arrugas que desde hace décadas ha ocultado a quien acaso no ha querido ver o no se ha esforzado lo suficiente..

11 La Vanguardia, 17 de agosto de 2004, Barcelona. “Grandes discursos del siglo XX”. Egido da una versión algo diferente (op. cit, pp. 151-153).

12 Las versiones que he manejado no coinciden exactamente en cuanto a las palabras de Millán Asttray. Sea como fuere, alguna de las personas que intervinieron habló en ese línea.

13 Esteban Pinilla de las Heras, op. cit, p. 46.

14 Ibidem, p. 47.

15 Mi padre, un obrero derrotado, un ex-campesino que nunca dejó de serlo que había perdido su hermano de 20 años en la batalla del Ebro, cuando yo era joven, me solía cantar una versión del himno franquista llena de palabras fuertes que evito reproducir pero que, en esencia, en muchas de sus afirmaciones, era semánticamente verdadera, y si nos ponemos rigurosos y nos adentramos en el ámbito de las lógicas multivaloradas, incluso infinitamente valoradas, verdadera-verdadera, sin sombra del valor falsedad.

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Día de la Raza y la Hispanidad

October 12th, 2007 Posted in historia No Comments »

12 de octubre de 1936
Salvador López Arnal
Rebelión
12 de octubre de 2007

Día de la Raza y la Hispanidad

Como recordaba el gran sociólogo barcelonés Esteban Pinilla de las Heras1, el término ‘raza’ no tuvo en los años veinte del pasado siglo la significación zoológica-biologista que pasó a tener tras su uso por nazis, pre-nazis y sus seguidores e imitadores. En España, durante los años de la dictadura del general Primo de Rivera, el término, usado ya entonces, no designaba ninguna hipotética “raza española”.

El día de la Raza había sido instaurado en 1917 por el presidente argentino Hipólito Yrigoyen, él mismo de ascendencia vasca e indígena. Dirigente del Partido Radical2, había llegado al poder en 1916. La raza del presidente Irigoyen no sólo eran las comunidades provenientes de la ascendencia española sino la resultante del mestizaje entre descendientes de personas originarias de la Península ibérica, de toda la península, y los descendientes de los antiguos pobladores de América.

Fue posteriormente, durante los primeros años de la dictadura del general golpista Franco, cuando el 12 de octubre, el día de la Raza, luego llamado día de la Hispanidad, recibió la significación imperial que en absoluto había estado presente en el ánimo e intencionalidad del presidente argentino Yrigoyen.

Curiosamente, Manuel Sacristán, al reseñar para Laye un ensayo introductorio de Jean Wahl 3 , había sugerido a principios de los cincuenta una singular definición de Hispanidad:

Las personas propensas a creer que la Hispanidad no pasa de ser un pretexto para la retórica gruesa deben considerar la riqueza literaria que nos llega de la América española. Entonces descubrirán -por ejemplo- que Hispanidad es, cuando menos, eso que nos permite leer La Colmena.

Los Breviarios del FCE son tal vez los más sorprendentes de todos esos libros que nos remite la Hispanidad. Son en principio, manualitos divulgadores. Pero con frecuencia sus satinadas páginas producen sorpresas de cierta magnitud. De mucha es la que proporciona el manual de Wahl.

(…) Quedamos, pues, en que, por el momento, la Hispanidad es eso que nos permite leer La Colmena de Cela y la Introducción a la Filosofía de Jean Wahl.

*

Sea como fuere, la historia española de esa celebración tiene un momento altamente significativo. El 12 de octubre de 1936 había sido declarado por el fascismo español como día de la Raza y la Hispanidad. Cuatro días antes, el día 8, Miguel de Unamuno había publicado en los periódicos de Salamanca el “Mensaje de la Universidad de Salamanca a las Universidades del mundo”, y al día siguiente “empezó la preparación editorial de la “Fiesta de la raza” en los periódicos, con un “vibrante” suelto, empedrado de tópicos y exaltación patriótica”4. El día 11 la prensa de los alzados en armas inició la publicación de la carta-pastoral de Enrique Plà y Daniel, a la sazón arzobispo de Salamanca. Fechada el 30 de septiembre de 1936, la pastoral llevaba por título “Las dos ciudades”. En el índice de la primera entrega periodística se señalaba: “Año 1936, piedra miliar en la historia de España. Revolución y Contrarrevolución. Los dos amores que las engendraron y con ellas a las dos ciudades. Frente al vandalismo de los hijos de Caín, el heroísmo y el sublime y fructífero martirio de los hijos de Dios”.

El día 12, en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, se organizó un acto de exaltación hispánica y racial que se convirtió ”en un aquelarre de simbolismos y gritos rituales fascistas”5. Miguel de Unamuno, rector de la Universidad, presidía la mesa. El general Franco le había cedido su representación en el acto académico6. Era la primera ocasión para que los militares amigos de Hitler y Mussolini, alzados contra la II República española, pudieran exaltar abiertamente los valores por los que se habían sublevado y “por los que estaban llenando de sangre los campos y las ciudades de España”7.

El estallido de la guerra había pillado al autor de La agonía del cristianismo en Salamanca, ciudad que, junto con Burgos, funcionaba como capital de facto de los facciosos antirrepublicanos. En aquellas primeras semanas, el pensador vasco mostró un apoyo expectante hacia los sublevados contra la legalidad republicana y el número de sus disparates políticos no es un cardinal menor. Su extravío ideológico y su confusión política no fueron, se miren como se quieran mirar, una simple y breve nota a pie de página8.

En la mesa del acto, además del propio Unamuno, figuraban el cardenal Enrique Plà y Daniel, de origen catalán; el fundador de la Legión, el general Millán Astray, con sus armas en la mano; Carmen Polo, la esposa del general golpista, con sus escoltas personales.

La puesta en escena siguió el siguiente desarrollo. Intervinieron, en primer lugar, José María Ramos Loscertales, catedrático de Historia, un ex liberal converso de última hora, que habló del imperio español y de las esencias históricas de la raza; el dominico P. Beltrán de Heredia, también historiador de la Universidad de Salamanca, el más comedido de los participantes, quien hizo referencia a los maestros de la vieja Universidad, y a su “humanística y humanitaria preocupación por los modos de la colonización americana, en especial su compañero de Orden, el P. Vitoria, burgalés, creador del derecho de gentes”9 y coartada de los supuestos valores espirituales que los levantados en armas contra la Constitución republicana decían defender10. Francisco Maldonado de Guevara, catedrático de literatura de la Facultad de Filosofía, habló del caudillo, de las maldades de la URSS y de la necesidad de exterminar a la anti-España. José María Pemán habló a continuación y sugirió que cada uno, que cada español en su pecho construyera un Alcázar de Toledo.

El legionario Millán Astray, falto de un brazo, un ojo cubierto, cojeando de una pierna11, habló a continuación.

Astray: Catalunya y el País Vasco son cánceres en el cuerpo de la nación. El fascismo, remedio de España, viene a exterminarlos, cortando en la carne viva y sana como un frío bisturí. La carne sana es la tierra, la enferma su gente. El fascismo y el ejército arrancarán a la gente para restaurar en la tierra el sagrado reino nacional… Cuando Franco lo quiera y con la ayuda de mis valientes moros (sic), que si bien ayer me destrozaron el cuerpo, hoy merecen la gratitud de mi alma por combatir a los malos españoles… Porque dan la vida por la sagrada religión de España, escoltan a nuestro Caudillo12.

Astray, junto con el auditorio exaltado: ¡Viva la muerte!

Astray (con gritos muy varoniles): ¡España! ¡Una! ¡España! ¡Grande! ¡España! ¡Libre!

Unamuno, que entonces tenía 72 años respondió a continuación: Todos estáis pendientes de mis palabras y todos me conocéis y me sabéis incapaz de callar. Callar significa a veces mentir, porque el silencio puede interpretarse como aquiescencia. Yo no podría sobrevivir a un divorcio entre mi consciencia y mi palabra. Seré breve y la verdad es más verdad cuando se expone desnuda.

Quisiera, pues, comentar el discurso, por llamarlo de algún modo, del general Millán Astray… Dejemos aparte el insulto personal que supone la repentina explosión de ofensas contra vascos y catalanes. Yo nací en Bilbao, en medio de los bombarderos de la segunda guerra carlista. Luego me casé con esta ciudad de Salamanca, tan querida, pero jamás he olvidado mi ciudad natal. El obispo [Unamuno señaló al cardenal Plà y Daniel], quiéralo o no, es catalán, nacido en Barcelona… Acabo de oír el grito necrófilo y carente de sentido de ¡Viva la muerte! Me suena lo mismo que ¡Muera la vida! Y yo, que he pasado la vida creando paradojas, he de deciros, como autoridad en la materia, que esa ridícula paradoja me repugna…

El general Millán Astray es un inválido. No es preciso decirlo en tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Desgraciadamente hay hoy demasiados inválidos en España. Y pronto habrá muchos más. Me aterra penar que el general Millán Astray pueda dictar normas de psicología de masas. Un inválido que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, que era simplemente un hombre, y no un superhombre, viril y completo a pesar de sus mutilaciones, un inválido, como digo, que carezca de esa superioridad de espíritu, suele sentirse aliviado viendo como se multiplica el número de mutilados alrededor de él.

Millán Astray, sentado en el extremo de la mesa presidencial que había golpeado repetidamente con su única mano, y que se había alzado y había interrumpido a Unamuno, gritó: ¡Mueran los intelectuales! ¡Viva la muerte!

Auditorio, como coro fascista: ¡Mueran los intelectuales! ¡Viva la muerte!

José María Pemán [ahora entre el público]: ¡No! ¡Abajo los falsos intelectuales! ¡Traidores!

Unamuno (concluyendo el acto): Estamos en el templo de la inteligencia y yo soy aquí su sumo sacerdote. Vosotros estáis profanando un sagrado recinto. Yo siempre he sido, diga lo que diga el proverbio, un profeta en mi propio país. Y ahora os digo: venceréis pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y el derecho en la lucha. Me parece inútil deciros que penséis en España. He dicho.

Hubo riesgo de linchamiento. Carmen Polo, el cardenal Plà y otro general franquista presente en el acto condujeron a Unamuno fuera del paraninfo y lo metieron en un automóvil. Unamuno tropezó, al salir, en la puerta de la Universidad. Una multitud de brazos en alto y de gritos patriótico-fascistas rodeó el coche. El general legionario se enfrentó todavía con el viejo rector con un gesto de desafío, junto al estribo mismo del coche de Carmen Polo. Dejando la multitud atónita y exaltada, Unamuno fue conducido por a calle de la Rúa a su domicilio. Poco a poco fue recuperando la normalidad.

Los periódicos del día siguiente, 13 de octubre, abrieron la primera página con los siguientes titulares: “La fiesta de la Raza se celebró este año en Salamanca con excepcional y magnífica solemnidad”.

Desde luego: no hubo referencia alguna al incidente entre Unamuno y el general golpista Millán Astray.

*

Destituido del rectorado, arrestado en su domicilio, Unamuno murió pocos meses más tarde, el 31 de diciembre de 1936.

Durante este período de arresto se arrepintió mil veces de haber contemporizado con los sublevados. En una carta de este período, dirigida a un periodista francés, Unamuno pronosticaba que

En esta guerra que se libra en España morirán cientos de miles de personas y miles de otras deberán marchar al exilio y jamás podrán volver… Porque la dictadura que se avecina en España será la más brutal que hayan conocido los tiempos. Se nutrirá del maridaje entre la sacristía y el cuartel…

El tiempo no falsó sus palabras. Años más tarde, enero de 1957, se incluyeron en el índice de libros prohibidos dos de sus obras. Una de ellas, La agonía del cristianismo, porque el censor dedujo por el título que el ensayo abonaba el final de la cristiandad.

La Iglesia católica, apostólica y romana, vértice indiscutido del régimen franquista, uno de sus intelectuales orgánicos con mayor influencia y larga sombra, redactó una larga nota para justificar el atropello que fue publicada por la prensa en los primeros días de febrero de 195713. No tiene desperdicio:

La Iglesia no se mueve en un campo de interés humano ni tampoco en su cometido el de señalar los valores humanos en el mundo de la cultura. Consciente de su misión sobrenatural se mueve con la más amplia libertad en los límites de su competencia, subordinando a dicha misión sobrenatural todo motivo de orden terreno. Don Miguel de Unamuno ha sido ensalzado por mucho tiempo un escritor de rara fuerza, como un rebelde, y su actitud ante los grandes movimientos literarios y políticos le ha valido la adoración de cuantos aman la libertad de pensamiento como el valor supremo del hombre y la sociedad. La Iglesia, al condenar las dos obras del rector de Salamanca y al amonestar a los católicos contra los peligros doctrinales y morales de otras obras de Miguel de Unamuno, no expresa un juicio sobre el valor literario o filosófico y mucho menos sobre la intención del autor. Condena la negación del dogma y la ignorancia de la verdad […] Esto no es una novedad ni un retorno a la Edad Media. Es, simplemente, la posición lógica de quien tiene absoluta consciencia de su sobrenatural misión […] Y es precisamente esa actitud la que libra a la Iglesia de todo compromiso con un opinión pública.

Esta Iglesia era la abanderada del nacional-catolicismo que, bien mirado, y para hablar en sus términos, tenía poco de nacional: expulsaba fuera de ella no sólo a Unamuno sino incluso a Ortega y Gasset.

El mismo Pinilla de las Heras apuntaba una reflexión, obvia por conocida, refiriéndose al poder de la Iglesia romana14:

En mi experiencia iberoamericana ulterior, años más tarde, he comprobado que la Iglesia reclama la libertad y trabaja por la libertad de la mayoría, cuando ella está en minoría. Pero en cuanto tiene poder suficiente y consigue la subordinación del poder político, tiende a transformar a este en brazo armado que implemente sus decisiones. Y esto, tanto antes como después del Concilio Vaticano II.

*

Como otros símbolos e instituciones asociados al franquismo –la bandera bicolor, el himno patachín-patachán15, la Iglesia católica, las familias de siempre, la Justicia, el Ejército, la misma Monarquía- la transición también intentó dulcificar aristas, alejar aceleradamente el tiempo pasado y girar o alterar significados en sentido democrático. El día de la raza sería el día de España, el día de la nación. No se escogió el 6 de diciembre, día de la Constitución, acaso más consistente con ese objetivo, ni desde luego, el 14 de abril, el 16 de febrero o el 1º de Mayo, pongamos por caso.

No es necesario hacer consideraciones o valoraciones políticas. De manera realista, estratégicamente, acaso calcularon que una o dos generaciones, sectores de ellas cuanto menos, no iban a poder identificarse con esas celebraciones ni con esos iconos. Era de hecho un aspiración quimérica. Era imposible que determinadas gentes pudieran sentirse próximas a todo ello: a la bandera, al día de la Raza, a la Monarquía borbonada. Había que tragar mucha quina y el cuerpo, como el alma, tiene sus límites. El estómago no podía soportar tanta acidez.

Pero al paso que van -el tiempo no acuña en bronce los pactos puntuales-, basta detenerse un momento en lo anunciado para este 12 de octubre de 2007 y su nueva reconversión en día de exaltación patriótica y de concursos que prueben y demuestren quien es más español(gol), es posible que el desencuentro entre los símbolos de la España oficial y los sentimientos de la ciudadanía real que exige aire trece veces por minuto, se extienda a sectores ciudadanos más jóvenes, mucho más jóvenes. En beneficio de todos, y de la memoria democrática no entregada, ¡que así sea!

(No lo tomen como un exabrupto final pero, sinceramente, me sale de dentro: ¡que les den! Dijo el poeta y nos lo cantaba Paco Ibañez: “¡hasta enterrarlos en el mar!” Pues eso).

————————————————

1 Esteban Pinillas de las Heras, En menos de la libertad. Dimensiones políticas del grupo Laye en Barcelona y en España. Anthripos, Barcelona, 1989, p. 83.

2 Pinilla de las Heras señala que la presidencia de Irigoyen abría la posibilidad por vez primera de un gobierno popular que no fuera conservador ni estuviera a los dictados de la oligarquía terrateniente.

3 “Reseña de Jean Wahl, Introducción a la Filosofía”. M. Sacristán, Papeles de filosofía. Icaria, Barcelona, 1984, pp. 483 y 486.

4 Luciano G Egido, Agonizar en Salamanca. Unamuno, julio-diciembre de 1936. Barcelona, Tusquests, 2006, p. 138.

5 Bernat Muniesa, Dictadura y Transición. La España lampedusiana. Vol I. La dictadura franquista 1919-1975. Publicacions i edicions de la UB, Barcelona, 2005, pp. 55-58.

6 Recuérdese que el dictador Francisco Franco, con el seudónimo de Juan de Andrade, escribió el guión de “Raza”, película dirigida en 1941 por José Luis Sáenz de Heredia, familiar de José Antonio Primo de Rivera.

7 Luciano G. Egido, Agonizar en Salamanca, op cit, p. 139.

8 Véase, por ejemplo, Luciano G Egido, Agonizar en Salamanca. Unamuno, julio-diciembre de 1936, ob cit. Sin embargo, años después, la obra de Unamuno (o parte de ella) influyó en un sector crítico de jóvenes falangistas que fueron rompiendo paulatinamente con el franquismo y con la misma Falange. Indicios de ello pueden verse en Estilo, Qvadrante y Laye. Véanse a este respecto las declaraciones de Juan-Carlos García Borrón, Josep Mª Castellet y Jesús Núñez, “Pocholo”, en Xavier Juncosa, Integral Sacristán, El Viejo Topo, Barcelona, 2006.

9 Luciano G Egido, Agonizar en Salamanca, op. cit, p. 144.

10 Pedro J. Ramírez, el director de El Mundo que cultiva muy bien la figura del clásico señorito español, aseguraba en una tertulia de la COPE del día 9 de octubre que el actual borrador de la ley de la Memoria histórica deforma los hechos, dado que el franquismo había sido una respuesta legítima a los excesos, abusos y crímenes de la Segunda República española. Las máscaras, muy gastadas, caen y el rostro aparece con las antiguas y conocidas arrugas que desde hace décadas ha ocultado a quien acaso no ha querido ver o no se ha esforzado lo suficiente..

11 La Vanguardia, 17 de agosto de 2004, Barcelona. “Grandes discursos del siglo XX”. Egido da una versión algo diferente (op. cit, pp. 151-153).

12 Las versiones que he manejado no coinciden exactamente en cuanto a las palabras de Millán Asttray. Sea como fuere, alguna de las personas que intervinieron habló en ese línea.

13 Esteban Pinilla de las Heras, op. cit, p. 46.

14 Ibidem, p. 47.

15 Mi padre, un obrero derrotado, un ex-campesino que nunca dejó de serlo que había perdido su hermano de 20 años en la batalla del Ebro, cuando yo era joven, me solía cantar una versión del himno franquista llena de palabras fuertes que evito reproducir pero que, en esencia, en muchas de sus afirmaciones, era semánticamente verdadera, y si nos ponemos rigurosos y nos adentramos en el ámbito de las lógicas multivaloradas, incluso infinitamente valoradas, verdadera-verdadera, sin sombra del valor falsedad.

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El asesino del Che, la Operación Milagro y los médicos cubanos

October 11th, 2007 Posted in bolivia, historia, izquierda No Comments »

Salim Lamrani*
Rebelión
1 de octubre de 2007
Revisado por Caty R.**

Mario Terán, antiguo suboficial jubilado tristemente famoso por haber ejecutado al legendario guerrillero Ernesto Che Guevara el 9 de octubre de 1967 en la escuelita de La Higuera en Bolivia, vivía en el más completo anonimato en Santa Cruz. Hundido totalmente en la indigencia, subsistía sólo con su miserable pensión de antiguo soldado y había perdido la vista, víctima de una catarata que no había podido curar, por falta de recursos (1).

En 2004 el presidente cubano Fidel Castro lanzó una amplia campaña humanitaria continental que lleva el nombre de Operación Milagro, apoyada por Venezuela, que consiste en operar gratuitamente a los latinoamericanos pobres que sufren de cataratas y otras enfermedades oculares. En 30 meses, cerca de 600.000 personas de 28 países, incluso ciudadanos estadounidenses, recobraron la vista gracias al altruismo de los médicos cubanos. El objetivo anunciado es operar a 6 millones de personas para 2016 (2).

La elección de Evo Morales como presidente de la República de Bolivia en diciembre de 2005 y su voluntad de emprender una política social destinada a mejorar el bienestar de una de las poblaciones más pobres del continente, ha permitido que los bolivianos accedieran al programa humanitario que lanzó Cuba. Cerca de 110.000 bolivianos han podido recobrar la vista sin pagar un solo centavo (3).

Entre éstos se encuentra Mario Terán, quien pudo deshacerse de su grave dolencia gracias a los médicos cubanos. Pablo Ortiz, periodista boliviano que trabaja para el diario El Deber de Santa Cruz, contó la historia: “Terán tenía problemas de cataratas y fue curado en la Operación Milagro, por médicos cubanos, totalmente gratis”. Luego dio más detalles: “El tipo es un perfecto desconocido. Nadie sabe quién es. Está en la ruina y se presentó en el hospital de Operación Milagro, nadie lo reconoció y fue operado. Nos lo contó su propio hijo, que fue al diario para hacer un agradecimiento público […] Fue en Agosto pasado [2006]” (4).

A veces la historia reserva algunas sorpresas. Así, el asesino del Che fue curado por médicos enviados por Fidel Castro, el más fiel e íntimo compañero del “guerrillero heroico”. Terán debe su vista a los emisarios de la salud que siguen el ejemplo internacionalista del hombre a quien mató.

Según el antiguo agente de la CIA Félix Rodríguez, que participó en la captura del Che, Terán se presentó voluntario para ejecutar al líder rebelde. Antes había asesinado a sangre fría a todos los demás prisioneros (5). Pero frente al Che le faltó el valor:

“Cuando llegué al aula el Che estaba sentado en un banco. Al verme dijo:

-Usted ha venido a matarme.

Yo me sentí cohibido y bajé la cabeza sin responder. Entonces me preguntó:

-¿Qué han dicho los otros?

Le respondí que no habían dicho nada, y él comentó:

-¡Eran unos valientes!

Yo no me atrevía a disparar. En ese momento vi al Che grande, muy grande, enorme. Sus ojos brillaban intensamente. Sentí que se me echaba encima y cuando me miró fijamente, me dio un mareo. Pensé que con un movimiento rápido, el Che podría quitarme el arma.

-Póngase sereno –me dijo– y apunte bien, ¡va usted a matar a un hombre!

Entonces di un paso hacia atrás, hacia el umbral de la puerta, cerré los ojos y disparé la primera ráfaga […]. Yo recobré el ánimo y disparé la segunda ráfaga, que lo alcanzó en un brazo, en el hombro y en el corazón. Ya estaba muerto” (6).

En vísperas del cuadragésimo aniversario de su desaparición y a pesar de la execrable campaña mediática internacional destinada a empañar la imagen de uno de los más grandes revolucionarios de la historia del siglo XX, el ejemplo del Che permanece “grande, muy grande, enorme” y sigue brillando “intensamente” gracias al sacrificio de decenas de miles de médicos cubanos que, en el anonimato de su acción heroica por los cuatro puntos cardinales, persisten en la creencia de que otro mundo, menos cruel, es posible.

Notas

(1) Héctor Arturo, «Che vuelve a ganar otro combate», Granma, 29 de septiembre de 2007.

(2) Operación Milagro, «Página Principal», 28 de septiembre de 2007. http://www.operacionmilagro.org.ar (sitio consultado el 30 de septiembre de 2007). Para los ciudadanos estadounidenses que se beneficiaron del programa humanitario véase Prensa Latina, «Oftalmólogo estadounidense reconoce valor de Operación Milagro», 19 de enero de 2007.

(3) Operación Milagro, «Bolivia. De las tinieblas a la luz: Operación Milagro devolvió la vista a más de 108 403 pacientes», 28 de septiembre de 2007. http://www.operacionmilagro.org.ar (sitio consultado el 30 de septiembre de 2007).

(4) Juan Pablo Meneses, «¡Primicia Mundial! Entrevista a Pablo Ortiz», Crónicas Argentinas, 11 de octubre de 2006.

(5) Claudia Márquez, «El Guerrero de las sombras. Entrevista a Félix Rodríguez», El Veraz, 19 de agosto de 2005.

(6) Mario Terán, «Extractos», sin fecha. http://fotolog.terra.com.ar/desdelaterraza:26 (sitio consultado el 30 de septiembre de 2007).

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* Salim Lamrani es profesor, escritor y periodista francés especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Ha publicado los libros: Washington contre Cuba (Pantin: Le Temps des Cerises, 2005), Cuba face à l’Empire (Genève: Timeli, 2006) y Fidel Castro, Cuba et les Etats-Unis (Pantin: Le Temps des Cerises, 2006).

** Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, la revisora y la fuente.

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El asesino del Che, la Operación Milagro y los médicos cubanos

October 11th, 2007 Posted in bolivia, historia, izquierda, sudamerica No Comments »

Salim Lamrani*
Rebelión
1 de octubre de 2007
Revisado por Caty R.**

Mario Terán, antiguo suboficial jubilado tristemente famoso por haber ejecutado al legendario guerrillero Ernesto Che Guevara el 9 de octubre de 1967 en la escuelita de La Higuera en Bolivia, vivía en el más completo anonimato en Santa Cruz. Hundido totalmente en la indigencia, subsistía sólo con su miserable pensión de antiguo soldado y había perdido la vista, víctima de una catarata que no había podido curar, por falta de recursos (1).

En 2004 el presidente cubano Fidel Castro lanzó una amplia campaña humanitaria continental que lleva el nombre de Operación Milagro, apoyada por Venezuela, que consiste en operar gratuitamente a los latinoamericanos pobres que sufren de cataratas y otras enfermedades oculares. En 30 meses, cerca de 600.000 personas de 28 países, incluso ciudadanos estadounidenses, recobraron la vista gracias al altruismo de los médicos cubanos. El objetivo anunciado es operar a 6 millones de personas para 2016 (2).

La elección de Evo Morales como presidente de la República de Bolivia en diciembre de 2005 y su voluntad de emprender una política social destinada a mejorar el bienestar de una de las poblaciones más pobres del continente, ha permitido que los bolivianos accedieran al programa humanitario que lanzó Cuba. Cerca de 110.000 bolivianos han podido recobrar la vista sin pagar un solo centavo (3).

Entre éstos se encuentra Mario Terán, quien pudo deshacerse de su grave dolencia gracias a los médicos cubanos. Pablo Ortiz, periodista boliviano que trabaja para el diario El Deber de Santa Cruz, contó la historia: “Terán tenía problemas de cataratas y fue curado en la Operación Milagro, por médicos cubanos, totalmente gratis”. Luego dio más detalles: “El tipo es un perfecto desconocido. Nadie sabe quién es. Está en la ruina y se presentó en el hospital de Operación Milagro, nadie lo reconoció y fue operado. Nos lo contó su propio hijo, que fue al diario para hacer un agradecimiento público […] Fue en Agosto pasado [2006]” (4).

A veces la historia reserva algunas sorpresas. Así, el asesino del Che fue curado por médicos enviados por Fidel Castro, el más fiel e íntimo compañero del “guerrillero heroico”. Terán debe su vista a los emisarios de la salud que siguen el ejemplo internacionalista del hombre a quien mató.

Según el antiguo agente de la CIA Félix Rodríguez, que participó en la captura del Che, Terán se presentó voluntario para ejecutar al líder rebelde. Antes había asesinado a sangre fría a todos los demás prisioneros (5). Pero frente al Che le faltó el valor:

“Cuando llegué al aula el Che estaba sentado en un banco. Al verme dijo:

-Usted ha venido a matarme.

Yo me sentí cohibido y bajé la cabeza sin responder. Entonces me preguntó:

-¿Qué han dicho los otros?

Le respondí que no habían dicho nada, y él comentó:

-¡Eran unos valientes!

Yo no me atrevía a disparar. En ese momento vi al Che grande, muy grande, enorme. Sus ojos brillaban intensamente. Sentí que se me echaba encima y cuando me miró fijamente, me dio un mareo. Pensé que con un movimiento rápido, el Che podría quitarme el arma.

-Póngase sereno –me dijo– y apunte bien, ¡va usted a matar a un hombre!

Entonces di un paso hacia atrás, hacia el umbral de la puerta, cerré los ojos y disparé la primera ráfaga […]. Yo recobré el ánimo y disparé la segunda ráfaga, que lo alcanzó en un brazo, en el hombro y en el corazón. Ya estaba muerto” (6).

En vísperas del cuadragésimo aniversario de su desaparición y a pesar de la execrable campaña mediática internacional destinada a empañar la imagen de uno de los más grandes revolucionarios de la historia del siglo XX, el ejemplo del Che permanece “grande, muy grande, enorme” y sigue brillando “intensamente” gracias al sacrificio de decenas de miles de médicos cubanos que, en el anonimato de su acción heroica por los cuatro puntos cardinales, persisten en la creencia de que otro mundo, menos cruel, es posible.

Notas

(1) Héctor Arturo, «Che vuelve a ganar otro combate», Granma, 29 de septiembre de 2007.

(2) Operación Milagro, «Página Principal», 28 de septiembre de 2007. http://www.operacionmilagro.org.ar (sitio consultado el 30 de septiembre de 2007). Para los ciudadanos estadounidenses que se beneficiaron del programa humanitario véase Prensa Latina, «Oftalmólogo estadounidense reconoce valor de Operación Milagro», 19 de enero de 2007.

(3) Operación Milagro, «Bolivia. De las tinieblas a la luz: Operación Milagro devolvió la vista a más de 108 403 pacientes», 28 de septiembre de 2007. http://www.operacionmilagro.org.ar (sitio consultado el 30 de septiembre de 2007).

(4) Juan Pablo Meneses, «¡Primicia Mundial! Entrevista a Pablo Ortiz», Crónicas Argentinas, 11 de octubre de 2006.

(5) Claudia Márquez, «El Guerrero de las sombras. Entrevista a Félix Rodríguez», El Veraz, 19 de agosto de 2005.

(6) Mario Terán, «Extractos», sin fecha. http://fotolog.terra.com.ar/desdelaterraza:26 (sitio consultado el 30 de septiembre de 2007).

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* Salim Lamrani es profesor, escritor y periodista francés especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Ha publicado los libros: Washington contre Cuba (Pantin: Le Temps des Cerises, 2005), Cuba face à l’Empire (Genève: Timeli, 2006) y Fidel Castro, Cuba et les Etats-Unis (Pantin: Le Temps des Cerises, 2006).

** Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, la revisora y la fuente.

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Enfermedades no diagnosticadas y guerra radiológica

October 4th, 2007 Posted in historia, Japon No Comments »

Asaf Durakovic*
Red Voltaire
29 de septiembre de 2007
Traducido al español a partir de la traducción al francés proveniente de Horizons et débats
Una versión anterior de este estudio fue publicada en el Croatian Medical Journal, 44, 5:520-532, 2003.

La experimentación y la utilización de la bomba atómica, y luego de municiones y de blindajes de uranio empobrecido, contaminaron los lugares donde se realizaron los experimentos y los sitios donde se desarrollaron las operaciones bélicas. Nuevas enfermedades afectaron tanto a los soldados de la alianza atlántica como a sus enemigos, así como a la población civil. Mucho tiempo después del restablecimiento de la paz, las radiaciones siguen contaminando a todo el que ve expuesto a ellas. Aunque los gobiernos «occidentales» han obstaculizado voluntariamente, y durante el mayor tiempo posible, toda investigación médica en ese campo, una abundante documentación ha ido acumulándose durante años. Hoy publicamos una amplia síntesis en la que Asaf Durakovic hace un balance de los conocimientos actuales sobre esta catástrofe humanitaria. En lo adelante, la forma en que los países de la OTAN hacen la guerra puede matar también a sus propios ciudadanos en tiempo de paz.

Municiones de uranio
Niños víctimas de mutaciones causadas por el uso militar de uranio empobrecido por las tropas de la OTAN.

Una contaminación interna por isótopos de uranio empobrecido se ha visto comprobada entre los ex combatientes británicos, canadienses y estadounidenses de la guerra del Golfo nueve años después de haber estado estos expuestos al polvo radioactivo durante la primera guerra del Golfo. También se observaron isótopos de uranio empobrecido en muestras de autopsias de pulmones, hígado, riñones y huesos provenientes de veteranos canadienses. En muestras de suelo recogidas en Kosovo, se han encontrado centenares de partículas, generalmente de menos de 5 _m, que pesan varios miligramos.

La primera guerra del Golfo dejó en el medio ambiente 350 toneladas de uranio empobrecido y en la atmósfera entre 3 y 6 millones de gramos de aerosoles de uranio empobrecido. Sus consecuencias para la salud humana, conocidas bajo el nombre de síndrome de la guerra del Golfo, consisten la aparición de afecciones complejas multiorgánicas progresivas e invalidantes, dolores musculares, afecciones dolorosas del esqueleto y de las articulaciones, dolores de cabeza, afecciones neurosiquiátricas, cambios bruscos de los estados de ánimo, confusión mental, problemas con la vista, problemas para caminar, pérdida de la memoria, linfoadenopatías, pérdida de la capacidad respiratoria, impotencia y alteraciones morfológicas y funcionales del sistema urinario.

Los conocimientos actuales de las causas son totalmente insuficientes. Después de la Operación Anaconda, realizada en Afganistán en 2002, nuestro equipo examinó a la población en las regiones de Jalalabad, Spin Gar, Tora Bora y Kabul y comprobó que los civiles presentaban síntomas similares a los de la guerra del Golfo. Durante 24 horas se recogieron muestras de orina de 8 sujetos que presentaban síntomas y que fueron seleccionados siguiendo los siguientes parámetros:

1. Los síntomas comenzaron poco después de los bombardeos.
2. Las personas se encontraban en la región bombardeada.
3. Manifestaciones clínicas.

Se recogieron muestras entre un grupo de comprobación compuesto de habitantes que no presentaban síntomas en las regiones no bombardeadas. Todas las muestras fueron examinadas para determinar la concentración y la correlación entre cuatro isótopos U234, U235, U236 et U238. Para ello utilizamos un espectómetro de masa multicolector con fuente de ionización por plasma y acoplamiento inductivo. Los primeros resultados de la provincia de Jalalabad probaron que la eliminación de uranio total en la orina era significativamente más importante entre todas las personas expuestas que entre la población no expuesta. El análisis de las correlaciones isotópicas de uranio reveló la presencia de uranio no empobrecido.

El estudio de las muestras recogidas en 2002 reveló, en los distritos de Tora Bora, Yaka Trot, Lal Mal, Makam Khan Farm, Bibi Mahre, Poli Cherki y el aeropuerto de Kabul, concentraciones de uranio 200 veces más importantes que las del grupo de comprobación [recogidas en zonas no afectadas]. Las tasas de uranio en las muestras de suelo de los lugares bombardeados son dos o tres veces más elevadas que los límites mundiales de concentración de 2 a 3 mg/kg y las concentraciones en el agua son significativamente superiores a las tasas máximas tolerables que establece la OMS. Estas pruebas, cada vez más numerosas, convierten el problema de la prevención y de la respuesta a la contaminación por uranio empobrecido en una necesidad prioritaria.

«Nada protege de esta fuerza fundamental del universo.»
Albert Einstein

La realidad de la guerra termonuclear se resume perfectamente en la afirmación de Albert Einstein que señala que este tipo de energía es suficiente para volar la Tierra [1]. El campo de batalla nuclear no se limita ya a un país o un continente sino que va mucho más allá de las fronteras políticas y geográficas y transforma cada región una gran zona de guerra.

En caso de una guerra nuclear de tipo estratégico que implicara un arsenal de 10 000 megatones, mil millones de personas morirían inmediatamente como consecuencia de las heridas directas combinadas (explosión, calor y radiaciones), otros mil millones de personas sucumbirían por causa de las enfermedades provocadas por la radiación [2] y los sobrevivientes tendrían que vivir en un entorno expuesto a las secuelas radioactivas que tendrían efectos somáticos y genéticos con consecuencias probablemente irreversibles para la biosfera.

La carrera armamentista nuclear

La primera explosión experimental de una bomba atómica, bautizada como Trinity, tuvo lugar el 16 de julio de 1945 en Alamo Gordo, cerca de Los Alamos, en Nuevo México (Estados Unidos). En una millonésima de segundo, la primera bomba atómica produjo un calor de varios millones de grados centígrados al despedir más de 400 isótopos radioactivos y provocar una gran energía de enlace cuya presión era de varios miles de toneladas por centímetro cuadrado. Durante una fracción de segundo, el núcleo de la bomba llegó a estar 11 veces más caliente que la superficie solar.

El tamaño de la bola de fuego alcanzó varios cientos de metros ya que el núcleo de la bomba se mezcló con átomos de oxigeno y de nitrógeno, revelando el núcleo interno brillante de la explosión. En un segundo, la tierra que se había vaporizado se convirtió en un hongo atómico de 3 000 metros de altura. A 150 millas de allí, los viajeros de la Union Pacific Railway pudieron ver la bola de fuego. Los testigos dieron varias interpretaciones del fenómeno. Algunos lo describieron como la caída de un bombardero o la llegada de un meteorito. Testigos que vivían en Gallup, ciudad situada 235 millas al norte del lugar de la explosión, pensaron que estaban viendo la explosión de depósito de municiones del ejército [3]. Veinte días después del ensayo de Trinity, el 6 de agosto de 1945 a las 8h15, tuvo lugar el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima. Esta explotó sobre la ciudad, a 633 metros de altura. La explosión veló el sol, mató a 130 000 personas, dejó inválidas a 80 000 y 90 000 personas más enfermaron a causa de los efectos radioactivos posteriores.

En pocas horas, cayó una lluvia negra, una capa de ceniza blanca cubrió el epicentro causando quemaduras en la piel de las personas. La mayoría de las víctimas primarias murieron por causa de los efectos combinados del calor, de la presión y de una enfermedad aguda provocada por la radiación. Hiroshima fue prácticamente borrada del mapa [4].
Un soldado estadounidense manipula obuses para tanques provistos de cabezas de uranio empobrecido.

Dos días más tarde, el 8 de agosto de 1945 a las 11h01, una bomba de plutonio bautizada como Fat Man fue lanzada sobre Nagasaki. Como en Hiroshima, el sol desapareció al levantarse el hongo atómico. La población de la ciudad borrada del mapa murió de las mismas heridas combinadas que en Hiroshima. El hecho puso fin a la Segunda Guerra Mundial, dejando ventajas territoriales para la Unión Soviética. La carrera de los ensayos nucleares arrancó en el otoño de 1948, cuando un equipo de investigaciones sobre armamentos de Jruschov comenzó a desarrollar una bomba rusa. Los ensayos continuaron paralelamente en Estados Unidos y la Unión Soviética. Después de la muerte de Stalin, en 1953, la Unión Soviética hizo estallar, el 12 de agosto, la primera bomba móvil de hidrogeno. Se trataba de su segunda bomba termonuclear. Dándose cuenta de que los soviéticos estaban ganando la carrera en el sector de las armas nucleares, Estados Unidos empezó a acelerar sus programas de ensayos.

En 1955 se hizo evidente que los ensayos perjudicaban irremediablemente la biosfera [5]. Más de 400 isótopos radioactivos liberados por cada ensayo fueron identificados como la causa de la contaminación. Cuarenta de esos isótopos representan un peligro para la salud humana. Cada mil toneladas liberadas generan varios gramos de radioisótopos con propiedades tóxicas para el organismo.

Debido a su larga vida, a su desintegración beta y sus propiedades específicas para los huesos, el estroncio 90 constituye el principal riesgo. Además, los ensayos de armas nucleares han provocado accidentes. En 1958, un B-57 de la fuerza aérea estadounidense dejó caer la primera bomba atómica en los alrededores de Florence, Carolina del Sur. La bomba, que no estaba activada, no explotó no explotó, pero dispersó material radioactivo por todo el país. Ese mismo año, un B-52 dejó caer una bomba atómica de dos megatones en los alrededores de Goldsboro, en Carolina del Norte. La aviación estadounidense registró ulteriormente otros accidentes, específicamente en Tula, en Groenlandia y en Palomares (España). En Palomares, dos bombas de plutonio contaminaron gran parte del territorio y de la costa atlántica.

En 1958, luego de la catástrofe de Cheliabinsk-40, la Unión Soviética suspendió sus ensayos nucleares. Pero rápidamente retomó sus ensayos con bombas de varios megatones en la región ártica de Novaya Zembla y lanzó, el 9 de septiembre de 1961, una bomba de 50 megatones. Mientras tanto, en Estados Unidos se acumulaban los indicios reveladores de una contaminación del medio ambiente, al igual que los de un aumento de la incidencia de casos de cáncer, de leucemia y de otros problemas de salud entre las personas que habían trabajado en el sector nuclear. Junto a los problemas de seguridad radiológica que se planteaban, estos hechos incitaron al desmantelamiento del enorme e incompetente aparato burocrático que era la Atomic Energy Commission. Esta fue substituida, en 1974, por la Energy and Research Administration and Nuclear Regulatory Agency (NRC).

En 1955, Bertrand Russell, Albert Einstein y otros nueve reputados científicos fundaron el Movimiento Pugwash, destinado a vigilar la proliferación y evitar la guerra nuclear. Mediante la organización de encuentros anuales, a partir de 1957, Pugwash comenzó toda una labor que desembocó en la firma de un tratado que prohibía los ensayos de armas atómicas y la producción de nuevos arsenales y vectores nucleares [6].

En 1969, Pugwash contribuyó a la realización de las negociaciones sur la Limitación de las Armas Estratégicas (SALT). Esta iniciativa contó con el apoyo de la campaña que Linus Pauling organizó contra las armas atómicas y la contaminación del medio ambiente. Luego de la crisis de Cuba, la amenaza de un conflicto nuclear incitó a Kennedy y Jruschov a firmar, en 1963, un tratado de prohibición de los ensayos nucleares. Pero los ensayos nucleares subterráneos se mantuvieron, lo cual hizo fracasar el tratado de prohibición total de los ensayos nucleares. El asesinato de Kennedy, la caída de Jruschov y la guerra de Vietnam pusieron fin a la distensión nuclear.

La posibilidad, realista, de que la Unión Soviética tomara la delantera a Estados Unidos en los ensayos y el desarrollo de las armas nucleares condujo finalmente, en 1972, al tratado SALT I, que prohibía parcialmente el despliegue de sistemas de defensa antimisiles. La Unión Soviética disponía ya de un sistema de ese tipo alrededor de Moscú y Estados Unidos tenía uno en Dakota del Norte. Ocho años más tarde, la administración Reagan emprendió las negociaciones SALT II, que desembocaron en una reducción de armas (START), pero no condujeron a una limitación.

El presidente del Comité Ejecutivo de la Conferencia Pugwash, Bernard Field, calificó aquella situación de «repetitious stupidity of this futile charade.» [7] Paul Warnke, principal negociador del tratado SALT II, declaró: «La triste historia del control de armamentos puede convertirse en el último capítulo de la historia de la humanidad.» [8] Desde la firma del Tratado de Prohibición Parcial de los Ensayos Nucleares, en 1963, unos 50 ensayos tuvieron lugar cada año, el 55% por parte de Estados Unidos, el 30% por parte de Rusia y el resto, un 15%, en Francia, por parte de Francia, Inglaterra, China, la India y Pakistán.

Como la tecnología de las comunicaciones por satélite se desarrolla muy rápidamente, la proliferación de las armas nucleares implica que más del 90% de la superficie del planeta constituye un blanco potencial. El número de armas atómicas no representa ya una garantía para la seguridad de las naciones. Incluso después del derrumbe de la Unión Soviética, las armas nucleares siguen siendo un problema esencial de seguridad, exceptuando las iniciativas de colaboración entre Washington y Moscú. Los escenarios políticos internacionales comprenden nuevos riesgos de conflictos nucleares. Entre esos riesgos figuran la retirada a corto plazo de Estados Unidos del Tratado sobre los Sistemas de Defensa antimisiles, la nueva doctrina del «primer golpe» y la reciente aparición de nuevos países dotados de armas nucleares [9]. La amenaza nuclear subsiste debido a la proliferación nuclear, con su lista, cada día más larga, de escenarios que incluyen el uso de la fuerza, de actividades terroristas, de catástrofes nucleares y ecológicas y de doctrinas de la «destrucción mutua asegurada».

Terrorismo nuclear y radiológico

Después del 11 de septiembre de 2001, la posibilidad de ataques terroristas nucleares y radiológicos suscitó más atención. Antes de la catástrofe de Nueva York no se concedía mucha atención a ese tipo de posibilidades. El entrenamiento en materia de cuidados a las victimas de posibles catástrofes nucleares o radiológicas era inexistente o se efectuaba sólo muy esporádicamente, incluso en las instituciones gubernamentales encargadas de mantener cierta capacidad de reacción.

El mejoramiento de la preparación de los países con vista a enfrentar los efectos agudos y crónicos de las radiaciones, la contaminación del medio ambiente, el impacto psicológico y social y las consecuencias financieras de un ataque terrorista nuclear aparecen de nuevo como una prioridad de las naciones industrializadas [10]. Algunos se pronuncian por la doctrina de Clausewitz según la cual es conveniente encargar a las fuerzas armadas de prevenir los ataques de enemigos externos o de rechazarlos y atacar a otros países si se estima que [tal acción] puede ser en interés internacional [11].

Los daños crónicos provocados por las radiaciones han sido reevaluados a la luz de las posibles consecuencias del terrorismo nuclear para multitudes de víctimas. La preparación para accidentes y ataques nucleares y radiológicos debe contemplar también las consecuencias sicológicas debido al hecho, ya comprobado, de que, ante una situación de terrorismo nuclear, por cada víctima directa habría 500 personas que podrían sufrir trastornos psicológicos y psicosomáticos difíciles de diferenciar de las victimas realmente contaminadas [12].

Aunque se han analizado intervenciones con uso de medicamentos como protección contra las radiaciones, los profesionales de la salud deberían estar concientes de los lamentables fracasos anteriores en lo tocante a los medios de protección contra las radiaciones. Actualmente se estudia el hecho de que las células vasculares y parénquimas se regeneran, en vez de morir bajo los efectos de la radiación, con vista a desarrollar mecanismos para modificar la respuesta del organismo, paralelamente a otras estrategias terapéuticas como los corticoesteroides, los inhibidores de la enzima de conversión, la pentoxifilina y la dismutasia superoxídea [13].

En el manejo de los daños nucleares y patológicos, se ha pasado de las consecuencias imposibles de manejar de un conflicto nuclear estratégico a medios que puedan permitir hacer frente a un gran número de víctimas. Esta respuesta debe partir de esfuerzos interdisciplinarios. Resulta necesaria la realización inmediata de grandes esfuerzos tendientes a desarrollar conceptos de manejo clínico de las víctimas de las radiaciones [14]. Simultáneamente, los investigadores deben esforzándose por comprender y manejar la contaminación por radionucleidos, los efectos radiotóxicos, la destrucción de los enlaces químicos, los radicales libres, los daños al ADN celular y a las enzimas [15].

Los esfuerzos multidisciplinarios deben incluir la planificación, la clasificación de los heridos, la descontaminación, la disociación, la terapia de quelatación y el manejo tradicional de los síntomas de los pacientes.

Debido a las limitaciones financieras y la falta casi total de formación, de conocimientos técnicos, un posible ataque terrorista constituye un serio desafío [16]. No se han sacado aún, de la primera guerra del Golfo y del conflicto de los Balcanes, las lecciones apropiadas para estar preparados para atender a las víctimas de radiaciones [17].

Un ataque terrorista exige una respuesta eficaz por parte del sistema sanitario. Pero la mayoría de los países que podrían ser blancos de un ataque terrorista no disponen en lo más mínimo de la logística necesaria, sobre todo en las grandes ciudades donde la asignación de los medios financieros exigiría una reestructuración de las prioridades para poder responder a las consecuencias para la sociedad. Ante un caso de terrorismo nuclear resulta particularmente importante estar conciente de los terroristas podrían recurrir al uso de actínidos, utilizando sobre todo el plutonio, agente de contaminación masiva.Las tropas de la OTAN disponen de municiones de uranio empobrecido, y las utilizan, en todos los teatros de operaciones.

El plutonio está considerado como la sustancia más peligrosa que exista para el ser humano [18]. Si lo dispersamos en forma de polvo radioactivo o si llega a las redes de agua potable, unos pocos gramos bastan para contaminar una gran ciudad. El plutonio se ha vendido ilegalmente en mercados clandestinos, en particular en la ex Unión Soviética. Gracias a un tráfico ilegal, ha llegado a diversas partes del mundo. La dispersión de plutonio está considerada como la peor modalidad de terrorismo [19]. De presentarse este caso, los profesionales de la salud tendrían que trabajar sobre todo en el aspecto preventivo más que en el manejo terapéutico de grandes cantidades de víctimas del terrorismo nuclear.

Recientemente, médicos de todo el mundo se sumaron a una agrupación de más de mil organizaciones para cooperar, apoyar la eliminación de las armas nucleares y reducir los riesgos de las espantosas consecuencias del terrorismo nuclear y radiológico [20].

Guerra radiológica

Fue en mayo de 1991, en el Golfo Pérsico, que se recurrió por primera vez al uso de armas radiológicas. Estas inauguraron una nueva modalidad de guerra CBRN (química, biológica, radiológica y nuclear). El uso de armas que afectan tanto a soldados como a civiles no es nuevo. Al final de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos temía seriamente que los japoneses lanzaran sobre territorio estadounidense miles de globos llenos de uranio para contaminar sus grandes ciudades [21].

Durante la primera guerra del Golfo, las municiones de uranio empobrecido dispersaron en la atmósfera millones de gramos de polvo radioactivo [22]. Sus consecuencias para la salud y el medio ambiente siguen siendo controvertidas y la discusión va mucho más allá del marco de la comunidad científica. Sin embargo, numerosos estudios recientes han confirmado dos siglos de pruebas científicas de la toxicidad somática t genética del uranio [23] [24] [25].

El costo de la descontaminación de los lugares afectados por armas de uranio utilizadas por ejércitos o por terroristas sigue siendo un grave tema de inquietud. La experiencia sueco-canadiense de descontaminación radiológica recientemente efectuada en Urnea, Suecia, mostró que dos métodos corrientes de descontaminación de blindados ligeros contaminadas por fuera con Na eran en realidad ineficaces: el vapor de agua a altas presiones y los chorros de agua a altas presiones [26].

Esto demuestra claramente la necesidad de mejorar la capacidad de reacción de las estructuras sanitarias públicas ante un caso de guerra radiológica o de ataque terrorista [27]. La actual ausencia de estrategia de conjunto para enfrentar una amenaza de uso terrorista de sistemas de dispersión de materias radioactivas (RDD) (o «bombas sucias») subraya la necesidad de una mejor coordinación de la capacidad de reacción ante los peligros químicos, biológicos, radiológicos y nucleares en la actual situación de combinación de armas clásicas y armas inéditas [28].

En el caso muy particular de un ataque radiológico, el marco del enfrentamiento de la guerra y del terrorismo radiológicos se extiende no sólo más allá del sector de la salud pública sino también del de la reserva de las fuerzas armadas [29] [30].

La defensa médica contra la guerra radiológica sigue siendo uno de los aspectos que más descuidados están en la enseñanza médica actual [31]. El terrorismo radiológico y nuclear constituye la mayor amenaza de la sociedad moderna ya que la proliferación nuclear ha permitido que las organizaciones subversivas puedan conseguir fácilmente material nuclear [32].

Sólo durante el año 2000, Estados Unidos gastó 10 000 millones de dólares en la lucha contra la utilización terrorista de armas de destrucción masiva, y los gastos aumentaron considerablemente después del 11 de septiembre de 2001. Estudios actuales revelan la vulnerabilidad de las sociedades occidentales ante el terrorismo nuclear y subrayan que organizaciones terroristas poseedoras de armas de destrucción masiva podrían provocar más destrucción mediante el uso de los dispositivos nucleares y radiológicos que con cualquier otro tipo de armas.

La capacidad de Estados Unidos para enfrentar un ataque radiológico o nuclear depende supuestamente de cuatro sectores de acción: mejorar el trabajo de inteligencia sobre las organizaciones terroristas, mejorar la seguridad de las instalaciones nucleares en la ex Unión Soviética, la posibilidad de neutralizar los efectos nucleares y radiológicos y mejorar la capacidad de reacción ante las organizaciones clandestinas que ya poseen armas nucleares y radiológicas [33].

El riesgo de un ataque nuclear y radiológico contra Estados Unidos se acentúa debido a la tecnología, al acceso a las materias nucleares y radiológicas, a la inestabilidad económica de Rusia y el descontento que suscita en numerosos países la política exterior estadounidense. Medidas de seguridad inadecuadas en la antigua Unión Soviética, combinadas con una creciente determinación de los terroristas y el carácter cada vez más mortífero de sus ataques refuerzan considerablemente la probabilidad del uso de las RDD en un futuro próximo [34].

La cuestión de los efectos sobre el medio ambiente y la salud debe llevar a abordar el problema de la descontaminación y la asignación de presupuestos tendientes a salvar vidas, a reducir los riesgos sanitarios y a preservar la cultura, la biodiversidad y la integridad de los lugares contaminados [35].

Los esfuerzos en esos sectores han dejado que desear en el pasado. Se descuidó sobre todo la entrega de indemnizaciones justas a las víctimas de los efectos radioactivos en Utah y Nevada. Una búsqueda ineficaz y un sistema insuficiente de indemnización de las víctimas de cánceres provocados por la exposición a las radiaciones y la persistente controversia sobre la interpretación que hace el gobierno de las radiaciones de bajo nivel provocaron el descontento de las poblaciones contaminadas durante los ensayos nucleares [36].

Un reciente informe británico resulta igualmente sospechoso en cuanto al análisis que hace de la mortalidad y de la incidencia de cánceres entre quienes participaron en los ensayos atmosféricos de armas nucleares y en los programas experimentales. El informe contiene una conclusión provocadora: la mortalidad general entre los sobrevivientes de los ensayos nucleares británicos sería inferior a la de la población en general [37].

De la comparecencia de Galileo ante la Inquisición a las investigaciones sobre el uranio

Actualmente, la libertad de la ciencia independiente no es nada diferente de lo que fue en el pasado. Lo que están viviendo los científicos de hoy recuerda el juicio de Galileo ante la Inquisición, en 1610. La controversia sobre los resultados de los estudios del Dr. Ernest Sternglass sobre los índices de mortalidad infantil y juvenil en el Estado de Nueva York influenciados por los ensayos nucleares y las consecuencias radioactivas acabó con la carrera de este, como universitario y como científico.

Cuando su artículo clásico [38] sobre la muerte de niños como consecuencia de las radiaciones apareció en 1969 en el Bulletin of Atomic Scientists, el redactor jefe de la publicación le confió que Washington lo había presionado para que no lo publicara. El eminente físico Freeman Dyson escribió, en una carta enviada como lector a la misma revista: «Si las cifras que presenta Sternglass son correctas, y creo que lo son, se trata de un buen argumento contra la defensa antimisiles.» Sternglass consideraba que la muerte que la muerte de niños se debía al estroncio de la lluvia radioactiva. Cuando su estimado de cerca de 400 000 muertos fue presentado al Dr. John Gofman, director médico del Lawrence Livermore National Laboratory, éste reevaluó su informe.

Luego de corregir ciertas cifras, concluyó que incluso utilizando un modelo estocástico, las directivas ligadas al riesgo por unidad de radiación eran 20 veces demasiado elevadas para resultar confiables. Concluía también que el riesgo era más importante en casos de dosis bajas de radiaciones que en casos de dosis elevadas. Agregaba que las muertes por cáncer provocados por los ensayos nucleares y las lluvias radioactivas eran más de 30 000 al año. Su informe fue entregado al Committee on Underground Nuclear Testing presidido por el senador E. Muskie. Este lo transmitió al presidente del Joint Committee on Atomic Energy, el senador C. Holifield. Este último citó a Gofman en Washington y lo amenazó abiertamente: «Los desgraciamos a ellos y lo desgraciaremos a usted.» En 1973, víctima de su propia integridad, Gofman perdió su empleo en su laboratorio. La Atomic Energy Commission fue disuelta en 1974 [39].
Niños víctimas del uranio empobrecido.

Reexamen de la toxicidad del uranio

El riesgo fatal que presentan los isótopos de uranio para el medio ambiente y la salud humano fue especificado durante dos siglos de investigaciones. Sin embargo, los especialistas de la salud han recibido una formación incorrecta en lo tocante a la radiotoxicidad de base y la toxicología química de los isótopos de uranio [40]. Los análisis recientes de los efectos potenciales de las RDD sobre la salud se basan esencialmente en los datos de los sobrevivientes japoneses de los bombardeos atómicos, los ensayos nucleares y las investigaciones de laboratorio.

En la literatura especializada, sobre todo la que tiene que ver con las investigaciones de los últimos cinco años, abundan los balances de trabajos interdisciplinarios sobre los efectos de los actínidos y los isótopos de uranio. La confirmación de los casos de cáncer de la tiroides [41], de carcinoma hepatocelular [42], de leucemia [43] y de los riesgos que representa la exposición aguda o crónica al uranio [44] reveló la importancia de las consecuencias somáticas y genéticas de la contaminación provocada por los isótopos de uranio. Su correlación con los ensayos atmosféricos de armas nucleares fue confirmada nuevamente en informes recientes sobre los índices de actínidos en los mamíferos marinos del Pacífico norte, netamente asociados a años de ensayos nucleares y de lluvias radioactivas [45].

El reexamen de los estudios sobre los sobrevivientes de Hiroshima y Nagasaki muestra no sólo el impacto físico sino también el efecto psicológico que ejercen las armas atómicas en las personas presentes en dichas ciudades en el momento de la explosión: trastornos siquiátricas, ansiedad, somatización de síntomas [46]. Este reexamen indica claramente que existen efectos sicológicos a largo plazo que deben ser tomados en consideración durante la preparación para futuros conflictos.

Otro informe reciente sobre los sobrevivientes de Nagasaki indica que los efectos de las radiaciones en los sobrevivientes deben representar un aspecto esencial del manejo de los cuidados médicos durante los futuros conflictos [47]. Los datos actuales sobre los ensayos nucleares muestran que la mortalidad infantil, los nacimientos prematuros y las muertes fetales están ligados, en Estados Unidos, a la exposición a las radiaciones [48].

Las consecuencias de la contaminación radioactiva sobre la salud y el medio ambiente han sido reevaluadas en numerosos lugares de ensayos nucleares, como el de Krasnoyarsk, en Siberia [49], en Kazajstán [50], en los montes Altai [51], el de Semipalatinsk, en Kazajstán [52], el del Techa, en el Ural [53], entre el personal del complejo nuclear de Mayak [54], en la República de Sakha (Yakutia) [55], en la isla de Amchitka, en Alaska [56], en Finlandia y en Noruega [57].

Estas informaciones permiten evaluar correctamente los riesgos cuando se trata de prepararse para enfrentar una crisis sanitaria extrema provocada por el uso de armas nucleares y radiológicas en caso de guerra o de ataque terrorista [58]. El conocimiento actual de la dispersión de los radionucleidos [59] liberados en la biosfera, en el mundo entero, sobrepasa ampliamente el marco de la investigación experimental y de los cuidados a las víctimas de las radiaciones. Esta tiene implicaciones sobre el futuro del planeta [60].

Investigaciones actuales sobre las consecuencias sanitarias de las armas de uranio

La más importante contaminación por radionucleidos tuvo lugar en 1991, durante la primera guerra del Golfo. El uranio empobrecido utilizado en las armas antitanques contaminó el territorio de Irak exponiendo de forma crónica, a la población y a los soldados, al polvo, a los vapores y a los aerosoles del uranio empobrecido. Unos pocos soldados de las tropas de la coalición fueron heridos por pedazos de obuses de uranio empobrecido.

La aleación de las armas de uranio empobrecido contiene un 99,8% de U238 que emite el 60% de radiaciones alfa, beta y gamma del uranio natural. El uranio empobrecido es un metal pesado, 1,6 veces más denso que el plomo. Es organótropo, o sea que se fija sobre los órganos, como los tejidos esqueléticos y se mantiene allí por largo tiempo. Al disolverse poco a poco, los isótopos de uranio son eliminados. Estos han sido detectados en la orina de ex combatientes de la guerra del Golfo, 10 años después de que estos los absorbieran por inhalación o mediante heridas provocadas por pedazos de obuses.

Estudios sobre su repartición en los tejidos demuestran la acumulación de uranio empobrecido en los huesos, los riñones, el sistema reproductor, el cerebro y los pulmones, lo cual provoca efectos genotóxicos, mutaciones y efectos cancerígenos, así como alteraciones de la reproducción y trastornos teratógenos [61].

Se ha detectado una contaminación interna provocada por los isótopos de uranio empobrecido en ex combatientes británicos, canadienses y estadounidenses de la primera guerra del Golfo 9 años después de la exposición de estos al polvo radioactivo. También se han identificado isótopos de uranio empobrecido en los pulmones, el hígado, los riñones y los huesos de un ex combatiente canadiense durante su autopsia. Estos órganos contenían fuertes concentraciones de uranio y los coeficientes isotópicos revelaban la presencia de uranio empobrecido. Estudios efectuados en 1992, año de la primera guerra del Golfo, a partir de conteos de cuerpo entero sugieren la presencia de uranio en el organismo y la orina de ex combatientes contaminados [62].

Dificultades logísticas así como la controversia sobre el uranio empobrecido retrasaron la realización de estudios más profundos hasta 1998, año en que los veteranos de la primera guerra del Golfo fueron sometidos a un análisis por activación neutrónica. Aunque este método está destinado a la detección de pequeñas cantidades de uranio, su uso precoz permitió comprobar una contaminación importante. Estos estudios fueron presentados durante el congreso internacional de la Radiation Research Society , celebrado en Dublín, en 1998.

Las investigaciones experimentales prosiguieron gracias a la utilización del método más moderno, la espectografía de masa, en la Memorial University of Newfoundland (St John’s, en Terranova, Canadá) y, posteriormente, en el British Geological Survey (Nottingham, Inglaterra). Ambas series de estudios confirmaron la presencia de concentraciones y correlaciones de isótopos de uranio empobrecido en el 67% de las muestras. La primera presentación, basada en los datos de la espectrometría de masa, tuvo lugar durante el Congreso Europeo de Medicina Nuclear celebrado en París, en el año 2000.

Las investigaciones han seguido avanzando, desde que se detectaron y se midieron cantidades de uranio empobrecido en el organismo de los ex combatientes hasta la actual evaluación de los efectos clínicos de la contaminación por uranio entre los veteranos de la primera guerra del Golfo, civiles iraquíes, soldados y civiles de los Balcanes, civiles afganos y, más recientemente, entre las poblaciones de la franja de Gaza y de Cisjordania.

El uranio empobrecido, desecho poco radioactivo del enriquecimiento isotópico del uranio natural, ha sido identificado sin lugar a dudas como un elemento contaminante presente en las zonas de conflicto militar ya mencionadas. Su papel etiológico en la aparición del síndrome de la guerra del Golfo ha sido objeto de constantes controversias desde esa guerra. Las pruebas, bien documentadas, de la toxicidad química y radiológica de los isótopos de uranio han sido objeto recientemente de un gran número de investigaciones y de informes científicos sobre sus efectos organotóxicos capaces de provocar mutaciones y sus efectos teratógenos y cancerígenos [63].

Estudios recientes de biodistribución efectuados en animales de laboratorio en cuyos cuerpos se implantaron pequeños fragmentos de uranio empobrecido confirmaron que los resultados de estudios de biodistribución anteriores según los cuales los riñones y los huesos sirven de blanco a los isótopos de uranio, al igual que otros punto de los sistemas linfático, respiratorio, reproductor y del sistema nervioso central [64].

Hace casi dos siglos que son conocidos los efectos tóxicos del uranio en materia de quimiotoxicidad renal, efectos que han sido confirmados mediante estudios recientes efectuados sobre células renales in vitro. Los estudios que tienen que ver con los efectos del uranio empobrecido sobre el sistema nervioso central han confirmado su retención en varias zonas del hipocampo. También se han observado modificaciones electrofisiológicas del sistema nervioso de las ratas a las que se implantaron pequeños fragmentos de uranio empobrecido [65].

La posibilidad de efectos capaces de provocar mutaciones debido a la contaminación interna con uranio empobrecido ha sido sugerida recientemente por la correlación temporal entre el uranio implantado y la expresión oncógena de los tejidos [66], así como por una inestabilidad genómica [67]. La transformación neoplástica de los osteoblastos humanos en un cultivo celular que contiene uranio empobrecido confirma el riesgo de cáncer provocado por el uranio empobrecido [68].

Eso corresponde a lo que ya se sabe de los riesgos cancerígenos que implica el uranio empobrecido para las células endobronquiales, al igual que en las evaluaciones cuantitativas recientes –determinadas por la carga pulmonar en las inhalaciones de aerosoles [69]– de los riesgos cancerígenos que han sufrido los pulmones de los ex combatientes de la primera guerra del Golfo. El riesgo se había evaluado mediante el método de Battelle de simulación de liquido pulmonar intersticial y el análisis de muestras de orina recogidas durante 24 horas de un veterano que contenía 0,150 mg de uranio empobrecido 9 años después de haberse visto expuesto por inhalación [70]. Resultó que la carga pulmonar correspondía a 1,54 mg de uranio empobrecido en el momento de la exposición, con una dosis de radiación alfa de 4,4 milisieverts (mSv) durante el primer año y de 2,2 mSv 10 años después de la exposición.

Estos valores sobrepasan las dosis máximas tolerables de inhalación de uranio empobrecido y justifican nuevas investigaciones sobre la posibilidad de modificaciones malignas de los pulmones.

Estos datos recogidos en seres humanos son muy importantes cuando se analizan a la luz de las pruebas recientes de los efectos mutágenos de las partículas alfa sobre las células madre y las inestabilidades cromosómicas de las células de la médula ósea que causan las radiaciones alfa [71] [72].

La inestabilidad cromosómica provocada por las partículas alfa explica claramente los efectos mutágenos observados en los veteranos británicos de la guerra del Golfo en cuyo organismo se detectó la presencia de uranio empobrecido, como lo mostró recientemente el estudio de los linfocitos periféricos presentado en la universidad de Bremen [73]. Este resultado corresponde al de estudios anteriores sobre las inestabilidades cromosomáticas provocadas por una pequeña dosis de partículas alfa comparadas con los efectos idénticos de las radiaciones de fotones [74].

Los estudios sobre los efectos de las partículas alfa y los recientes progresos de la irradiación por microhaces de células provenientes de mamíferos permiten de evaluar con precisión el recorrido de una partícula única a través del núcleo celular y de medir su efecto cancerígeno [75].

Aunque los mecanismos de mutagénesis y de los efectos cancerígenos de las partículas alfa inhaladas siguen siendo oscuros, se ha observado que pequeñas dosis de partículas alfa pueden provocar modificaciones de las cromátidas hermanas en células humanas normales [76].

Las implicaciones prácticas de esos estudios son importantes, teniendo en cuenta el hecho que más del 10% de todas las muertes por cáncer en Estados Unidos se deben a un depósito pulmonar de partículas alfa [77]. También resultan igualmente importantes debido a la inestabilidad genómica de las células bronquiales humana que provocan las partículas alfa, lo cual está bien documentado [78]. Las células pulmonares humanas han resultado ser más sensibles a los efectos nocivos de las partículas alfa que las de la mayoría de los animales de laboratorio. La evaluación cuantitativa del radiológico que representa la inhalación de aerosoles de uranio empobrecido debe tener en cuenta a la vez los mecanismos de depósito de partículas y su eliminación por translocación en los ganglios linfáticos pulmonares y tráqueobronquiales a través de la barrera alveolo-capilar o por expectoración y translocación en el sistema rinofaríngeo o gastrointestinal.

El modelo de eliminación de las partículas (ICRP-66) permite la más moderna evaluación del depósito de partículas de uranio y de su eliminación así como la evaluación de los aerosoles de uranio inhalados y su dosimetría interna. El estudio sitúa la inseguridad máxima en un tamaño de partícula de 0,5-0,6 _m [79].

Los pulmones siguen siendo la principal puerta de entrada de los isótopos de uranio al organismo, mientras que el blanco final son los tejidos esqueléticos. Estudios muy recientes sobre la exposición crónica al uranio en su estado mineral natural aportan argumentos de carácter probatorio a favor de los riesgos de tumores pulmonares, tanto benignos como malignos [80]. Estudios actuales indican igualmente que el uranio empobrecido puede causar daños oxidativos al ADN al catalizar el peróxido de hidrógeno y provocar reacciones de ácido ascórbico [81].

La muerte celular provocada por las radiaciones, las alteraciones cromosómicas, las transformaciones celulares, las mutaciones y la carcinogénesis son esencialmente consecuencia de las radiaciones depositadas en el núcleo celular. Las radiaciones de bajo nivel podrían provocar una inestabilidad genómica sin efectos evidentes de movimiento de dosis, lo cual imposibilita una extrapolación a los efectos de dosis elevadas y acentúa la importancia de los efectos de proximidad en las radiaciones de partículas alfa de bajo nivel [82] [83]. Intercambios de segmentos de cromosomas homólogos en dosis variables pueden provocar modificaciones del núcleo que se traducen en mutaciones génicas interactuando con el citoplasma celular. Estos efectos nocivos contradicen la idea según la cual pequeñas dosis serían incapaces de provocar alteraciones génicas.

Síndromes de las guerras del Golfo y de los Balcanes

Durante la primera guerra del Golfo, por lo menos 350 toneladas métricas de uranio empobrecido se depositaron en el medio ambiente y entre 3 y 6 millones de gramos de aerosoles de uranio empobrecido fueron liberados en la atmósfera. El resultado, que fue la aparición del síndrome de la guerra de Golfo, es un trastorno multiorgánico invalidante de tipo complejo. Al principió, se creyó que era provocado por la inhalación de arena del desierto (enfermedad de Al-Eskan). Desde aquel entonces, ya ha sido objeto de diferentes descripciones y denominaciones, cuyo número parece ser inversamente proporcional a los conocimientos reales que tenemos de dicha enfermedad.

Los síntomas de esta enfermedad progresiva son tan numerosos como sus denominaciones: fatiga invalidante, dolores músculo-esqueléticos y articulares, dolores de cabeza, trastornos neurosiquiátricos, cambios bruscos del estado de ánimo, confusión mental, trastornos de la visión, trastornos en la locomoción, pérdida de la memoria, linfoadenopatías, deficiencia respiratoria, impotencia, alteraciones morfológicas y funcionales del sistema urinario. Este síndrome fue primeramente subestimado y, posteriormente, fue reconocido como un síndrome progresivo. Tratado a veces como una enfermedad imaginaria, ha sido calificado sucesivamente de variante crónica del síndrome de fatiga crónica y de stress post-traumático, para ser finalmente reconocido como una entidad diferente, en algunos países no siendo así en otros.

Se ha tratado de evitar la realización de investigaciones objetivas en materia de etiología y de patogenia sobre el síndrome de la guerra del Golfo retrasando los estudios clínicos, orientándolos mal e incluso oponiéndose a su realización, lo cual ha tenido efectos nefastos en las carreras de ciertos científicos cuyos sus estudios clínicos no respondían a los intereses industriales o políticos. Nuestra actual comprensión de su etiología está lejos de ser satisfactoria. Algunos autores suponen que las causas incluyen a las mareas negras y los incendios de pozos de petróleo, otros acusan a las vacunas preventivas y un tercer grupo se encaminan hacia agentes biológicos o químicos, así como hacia modificaciones multifactoriales y no específicas del sistema inmunológico y la exposición a los aerosoles de uranio empobrecido [84].

La falta de coordinación de los esfuerzos de investigaciones interdisciplinarias hace que ese síndrome complejo, provisionalmente llamado «síndrome de los Balcanes» esté entrando en su segunda década de confusión. La cuestión de los criterios que permiten clasificarlo sigue sin ser resuelta [85]. El mejor ejemplo de la diversidad de clasificaciones es la diversidad de sus denominaciones. El análisis factorial de Haley llega a 6 categorías predominantes que comprenden 3 síndromes menores [86].

Otros intentos de clasificación comprenden denominaciones tales como, entre otras muchas, síndrome neuro-inmunitario, síndrome mucocutáneo-intestinal-reumatismal del desierto, síndrome de stress postraumático, etc. [87]. Algunas de las supuestas causas, como las mareas negras, los incendios de pozos de petróleo y el polvo de arena que podrían corresponder a la primera guerra del Golfo, no pueden ser consideradas como factores etiológicos en el conflicto de los Balcanes.

Sin embargo, las armas antitanque sí fueron utilizadas en ambos conflictos. Las pruebas, cada vez más numerosas en la literatura reciente, de una contaminación interna con uranio empobrecido entre los veteranos de la primera guerra del Golfo contradicen en ambos casos continuos intentos de minimizar su existencia. La eliminación de isótopos de uranio empobrecido entre los soldados contaminados y enfermos se mantiene más de 10 años después de la exposición, en el caso de la guerra del Golfo, y más de 7 años después del conflicto de los Balcanes. La mayoría de los otros factores sugeridos deberían ser reexaminados en el marco de un estimado de la semi-vida biológica del uranio empobrecido y de los posibles impactos sanitarios progresivos sobre el organismo [88].

Estos factores comprenden sobre todo agentes químicos de baja intensidad, los incendios de pozos de petróleo, la inmunización, el botulismo, las aflaxtoxinas y los micoplasmas. La larga media-vida física y biológica, la desintegración de las partículas alfa y la prueba bien comprobada de la toxicidad radiológica somática y genética hacen suponer que el uranio empobrecido desempeña un papel importante en génesis de los síndromes de la guerra del Golfo y de los Balcanes.

Resulta deplorable la ausencia flagrante de investigaciones serias y exhaustivas sobre la correlación entre estos síndromes y la contaminación por uranio empobrecido. La mayoría de los estudios que sugieren la ausencia de efectos somáticos del uranio empobrecido en las zonas de conflicto de Bosnia Herzegovina [89] no muestran índices reales de isótopos de uranio en muestras provenientes del medio ambiente o de seres humanos. Sus conclusiones no pueden por tanto ser evaluadas de manera objetiva al no existir una cuantificación de la concentración y de la correlación de isótopos de uranio.

Al mismo tiempo, no existe explicación creíble para el fuerte aumento de los índices de cáncer entre los veteranos de la primera guerra del Golfo [90]. Y no existen programas de investigación objetivos e independientes sobre estas interrogantes, exceptuando las investigaciones del Uranium Medical Research Center (UMRC). El UMRC es la única institución que ha efectuado continuamente investigaciones sobre la contaminación interna por uranio empobrecido, investigaciones que siempre ha comunicado son espíritu científico y profesional. Este centro ha recurrido a los métodos ultramodernos de ionización térmica y de espectografía de masa plasma. Estos métodos han permitido identificar del 0,2 al 0,33% de U235 entre veteranos de la primera guerra del Golfo, lo cual indica una concentración de uranio en la orina de 150 ng/l en el momento de la exposición, mientras que la población no expuesta del Golfo registraba índices situados entre el 0,7 y el 1,0% de U235, lo cual indica una concentración de uranio en la orina de 14 ng/l solamente 70.

Estudios realizados en Afganistán

Aunque los estudios del UMRC sobre el análisis de la orina de los ex combatientes de la primera guerra del Golfo hayan sido efectuados varios años después de la exposición, las investigaciones más recientes basadas en el examen de muestras biológicas y medio ambientales han coincidido con la Operación Libertad Inmutable (OEF) realizada en Afganistán desde 2001.

Este país representaba una posibilidad de llevar a cabo un estudio en un momento cercano al del conflicto. La operación Anaconda terminó en el preciso momento en que el primer equipo del UMRC entraba en el este de Afganistán (fig. 1). Este tuvo acceso a las instalaciones estacionarias ya que el equipamiento militar móvil no había sido desplazado ni llevado a lugar seguro.

Los estudios del UMRC sobre la población de las zonas de Jalalabad, Spin Gar, Tora Bora y el aeropuerto de Kabul identificaron a civiles que presentaban los mismos síntomas multiorgánicos non específicos observados durante la primera guerra del Golfo y la de los Balcanes: debilitamiento físico, dolores de cabeza, dolores musculares y óseos, trastornos respiratorios, tos seca y persistente, dolores toráxicos, trastornos gastrointestinales, síntomas neurológicos, perdida de la memoria, ansiedad y depresión. Muestras de orina de 24 horas de sujetos sintomáticos y de sujetos asintomáticos fueron recogidas siguiendo los siguientes criterios:

1) Aparición de síntomas coincidente con los bombardeos,
2) Sujetos presentes en la zona de bombardeos;
3) Manifestaciones clínicas.

Los sujetos miembros del grupo de comprobación fueron escogidos entre los residentes asintomáticos de zonas bombardeadas. Un estimado de la contaminación medioambiental había sido efectuado gracias a un análisis de muestras de suelo, de polvo [91], de escombros y de agua potable [92] según criterios establecidos para la evaluación de la dispersión, de los peligros de actínidos y la recolección de muestras del medio ambiente después de los impactos (fig. 2 et 3).

Todos los sujetos, incluyendo a los del grupo de comprobación, fueron informados en las lenguas locales, dari y el pashto, sobre el protocolo y la recogida de muestras y firmaron una planilla de consentimiento. Todas las muestras fueron objeto de un análisis de la concentración y de la correlación de cuatro isótopos de uranio: U234, U235, U236 Y U238 mediante un espectómetro multicolector de masa con fuente de ionización por plasma con cuplaje inductivo, en los laboratorios del British Geological Survey de Nottingham (Inglaterra).

Los primeros resultados sobre la provincia de Nangarhar mostraron un significativo aumento de eliminación urinaria de uranio en todos los sujetos, en una proporción media superior en más de 20 veces a la de las personas no expuestas. El análisis de las correlaciones isotópicas reveló la presencia de uranio empobrecido [93]. Análisis de muestras realizados durante un segundo viaje científico, en 2002, revelaron concentraciones de uranio hasta 200 veces más elevadas que entre los miembros del grupo de comprobación. Esos índices elevados de eliminación de uranio total fueron comprobados en los distritos de Tora Bora, de Yaka Toot, de Lal Mal, de Makam Khan Farm, de Arda Farm, de Bibi Mahro, de Poli Cherki y en el aeropuerto de Kabul.

Los dos viajes permitieron descubrir idénticas presencias de uranio no empobrecido en todas las zonas estudiadas del este de Afganistán (tablas 2 y 3, figura 4). Las índices de uranio registrados en las muestras de suelo recogidas en lugares bombardeados durante la Operación Libertad Inmutable eran de 2 a 3 veces más elevados que los índices de concentración de 2-3 mg/kg observados en el mundo. Las concentraciones en el agua eran significativamente más elevadas que los índices máximos que tolera la OMS (cf. Nuestros documentos no publicados). Las investigaciones del UMRC abarcan el centro, el oeste y el norte de Afganistán. Además, de la continuación de los estudios sobre los análisis de orina para medir los isótopos de uranio se ha iniciado una colaboración interdisciplinaria dedicada al examen clínico profundo de las funciones renales y pulmonares, así como estudios citogénicos de las aberraciones cromosómicas en la sangre periférica de los sujetos contaminados y estudios con microscopio electrónico y nanopatológicos de muestras de tejidos provenientes de biopsias y de autopsias.

Se mantendrán estudios longitudinales de ex combatientes de la primera guerra del Golfo y de la población del este de Afganistán, al igual que la realización de investigaciones sobre las enfermedades no explicadas aún entre los veteranos de la segunda guerra del Golfo. Estudios clínicos organizados en centros médicos universitarios internacionales e instituciones de investigación evaluarán los efectos del uranio empobrecido y del uranio no empobrecido en los sistemas renal y respiratorio mediante métodos modernos de morfología funcional y de imagen informática.

Las investigaciones estudiarán específicamente la transformación neoplástica [94] la apoptosis celular, la mutagenesis [95] y el riesgo cancerígeno [96]. Estudios de contaminación del medio ambiente y biodistribución abordarán los graves y crónicos efectos de compuestos de isótopos de uranio y evaluarán las dosis acumuladas de radiaciones y sus efectos biológicos desde la introducción de la guerra radioactiva. Los estudios en el terreno se están extiendo actualmente a las poblaciones civiles de Irak, de la franja de Gaza, de los Balcanes y de nuevas regiones de Afganistán.

Nuestros estudios confirman el descubrimiento de U236 en muestras de suelo de lugares bombardeados en Kosovo y la presencia de partículas de uranio empobrecido. Estas muestras contenían cientos de partículas por cada miligramo de suelo contaminado. El 50% de dichas partículas tenían un diámetro inferior a 1,5 _m y la mayoría eran de diámetro inferior a 5 _m [97]. Nosotros tratamos de evaluar estos resultados durante nuestros viajes científicos a las zonas en las que hubo combates.

Conclusión

La guerra CBRN moderna y la posibilidad que terroristas utilicen clandestinamente dispositivos para la dispersión de materias radioactivas recientes en una nueva dimensión al manejo de grandes masas de víctimas. El papel de la medina en la guerra nuclear y radiológica se ve limitado por causa de la universal falta de capacidades que permitirían enfrentar las complejas consecuencias del síndrome radiológico agudo, de las heridas combinadas o de la contaminación de la biosfera y de la población humana.

Enfermedades recientes, cuya etiología no ha sido explicada aún, la patogénesis y las manifestaciones clínicas obligan a los médicos a intervenir en momentos en que las modalidades de tratamiento plantean problemas no resueltos aún. Los efectos nocivos de los radionucléidos que han ido depositándose en el organismo como consecuencia de los conflictos militares de las últimas décadas, en particular los efectos de los isótopos de uranio, son abundatemente abordados en la literatura reciente.

Suscitando los inevitables progresos de una investigación objetiva y no sesgada tendiente a aclarar las enfermedades inexplicadas que se han producido después de los conflictos, la necesidad de análisis interdisciplinarios bien preparados y coordinados sobre las consecuencias medioambientales y médicas de la guerra CBRN generará conocimientos profundos en ese exigente capítulo de la ciencia médica.

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Ver también los artículos siguientes:

«Estados Unidos sabe matar, pero mata mejor con bombas de uranio» de Ernesto Carmona

y

«La dioxina fue lanzada extensamente por los EEUU durante la guerra de Vietnam» de Hang Long.

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Notas

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Original post by Eratóstenes Horamarcada

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Enfermedades no diagnosticadas y guerra radiológica

October 4th, 2007 Posted in historia No Comments »

Asaf Durakovic*
Red Voltaire
29 de septiembre de 2007
Traducido al español a partir de la traducción al francés proveniente de Horizons et débats
Una versión anterior de este estudio fue publicada en el Croatian Medical Journal, 44, 5:520-532, 2003.

La experimentación y la utilización de la bomba atómica, y luego de municiones y de blindajes de uranio empobrecido, contaminaron los lugares donde se realizaron los experimentos y los sitios donde se desarrollaron las operaciones bélicas. Nuevas enfermedades afectaron tanto a los soldados de la alianza atlántica como a sus enemigos, así como a la población civil. Mucho tiempo después del restablecimiento de la paz, las radiaciones siguen contaminando a todo el que ve expuesto a ellas. Aunque los gobiernos «occidentales» han obstaculizado voluntariamente, y durante el mayor tiempo posible, toda investigación médica en ese campo, una abundante documentación ha ido acumulándose durante años. Hoy publicamos una amplia síntesis en la que Asaf Durakovic hace un balance de los conocimientos actuales sobre esta catástrofe humanitaria. En lo adelante, la forma en que los países de la OTAN hacen la guerra puede matar también a sus propios ciudadanos en tiempo de paz.

Municiones de uranio
Niños víctimas de mutaciones causadas por el uso militar de uranio empobrecido por las tropas de la OTAN.

Una contaminación interna por isótopos de uranio empobrecido se ha visto comprobada entre los ex combatientes británicos, canadienses y estadounidenses de la guerra del Golfo nueve años después de haber estado estos expuestos al polvo radioactivo durante la primera guerra del Golfo. También se observaron isótopos de uranio empobrecido en muestras de autopsias de pulmones, hígado, riñones y huesos provenientes de veteranos canadienses. En muestras de suelo recogidas en Kosovo, se han encontrado centenares de partículas, generalmente de menos de 5 _m, que pesan varios miligramos.

La primera guerra del Golfo dejó en el medio ambiente 350 toneladas de uranio empobrecido y en la atmósfera entre 3 y 6 millones de gramos de aerosoles de uranio empobrecido. Sus consecuencias para la salud humana, conocidas bajo el nombre de síndrome de la guerra del Golfo, consisten la aparición de afecciones complejas multiorgánicas progresivas e invalidantes, dolores musculares, afecciones dolorosas del esqueleto y de las articulaciones, dolores de cabeza, afecciones neurosiquiátricas, cambios bruscos de los estados de ánimo, confusión mental, problemas con la vista, problemas para caminar, pérdida de la memoria, linfoadenopatías, pérdida de la capacidad respiratoria, impotencia y alteraciones morfológicas y funcionales del sistema urinario.

Los conocimientos actuales de las causas son totalmente insuficientes. Después de la Operación Anaconda, realizada en Afganistán en 2002, nuestro equipo examinó a la población en las regiones de Jalalabad, Spin Gar, Tora Bora y Kabul y comprobó que los civiles presentaban síntomas similares a los de la guerra del Golfo. Durante 24 horas se recogieron muestras de orina de 8 sujetos que presentaban síntomas y que fueron seleccionados siguiendo los siguientes parámetros:

1. Los síntomas comenzaron poco después de los bombardeos.
2. Las personas se encontraban en la región bombardeada.
3. Manifestaciones clínicas.

Se recogieron muestras entre un grupo de comprobación compuesto de habitantes que no presentaban síntomas en las regiones no bombardeadas. Todas las muestras fueron examinadas para determinar la concentración y la correlación entre cuatro isótopos U234, U235, U236 et U238. Para ello utilizamos un espectómetro de masa multicolector con fuente de ionización por plasma y acoplamiento inductivo. Los primeros resultados de la provincia de Jalalabad probaron que la eliminación de uranio total en la orina era significativamente más importante entre todas las personas expuestas que entre la población no expuesta. El análisis de las correlaciones isotópicas de uranio reveló la presencia de uranio no empobrecido.

El estudio de las muestras recogidas en 2002 reveló, en los distritos de Tora Bora, Yaka Trot, Lal Mal, Makam Khan Farm, Bibi Mahre, Poli Cherki y el aeropuerto de Kabul, concentraciones de uranio 200 veces más importantes que las del grupo de comprobación [recogidas en zonas no afectadas]. Las tasas de uranio en las muestras de suelo de los lugares bombardeados son dos o tres veces más elevadas que los límites mundiales de concentración de 2 a 3 mg/kg y las concentraciones en el agua son significativamente superiores a las tasas máximas tolerables que establece la OMS. Estas pruebas, cada vez más numerosas, convierten el problema de la prevención y de la respuesta a la contaminación por uranio empobrecido en una necesidad prioritaria.

«Nada protege de esta fuerza fundamental del universo.»
Albert Einstein

La realidad de la guerra termonuclear se resume perfectamente en la afirmación de Albert Einstein que señala que este tipo de energía es suficiente para volar la Tierra [1]. El campo de batalla nuclear no se limita ya a un país o un continente sino que va mucho más allá de las fronteras políticas y geográficas y transforma cada región una gran zona de guerra.

En caso de una guerra nuclear de tipo estratégico que implicara un arsenal de 10 000 megatones, mil millones de personas morirían inmediatamente como consecuencia de las heridas directas combinadas (explosión, calor y radiaciones), otros mil millones de personas sucumbirían por causa de las enfermedades provocadas por la radiación [2] y los sobrevivientes tendrían que vivir en un entorno expuesto a las secuelas radioactivas que tendrían efectos somáticos y genéticos con consecuencias probablemente irreversibles para la biosfera.

La carrera armamentista nuclear

La primera explosión experimental de una bomba atómica, bautizada como Trinity, tuvo lugar el 16 de julio de 1945 en Alamo Gordo, cerca de Los Alamos, en Nuevo México (Estados Unidos). En una millonésima de segundo, la primera bomba atómica produjo un calor de varios millones de grados centígrados al despedir más de 400 isótopos radioactivos y provocar una gran energía de enlace cuya presión era de varios miles de toneladas por centímetro cuadrado. Durante una fracción de segundo, el núcleo de la bomba llegó a estar 11 veces más caliente que la superficie solar.

El tamaño de la bola de fuego alcanzó varios cientos de metros ya que el núcleo de la bomba se mezcló con átomos de oxigeno y de nitrógeno, revelando el núcleo interno brillante de la explosión. En un segundo, la tierra que se había vaporizado se convirtió en un hongo atómico de 3 000 metros de altura. A 150 millas de allí, los viajeros de la Union Pacific Railway pudieron ver la bola de fuego. Los testigos dieron varias interpretaciones del fenómeno. Algunos lo describieron como la caída de un bombardero o la llegada de un meteorito. Testigos que vivían en Gallup, ciudad situada 235 millas al norte del lugar de la explosión, pensaron que estaban viendo la explosión de depósito de municiones del ejército [3]. Veinte días después del ensayo de Trinity, el 6 de agosto de 1945 a las 8h15, tuvo lugar el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima. Esta explotó sobre la ciudad, a 633 metros de altura. La explosión veló el sol, mató a 130 000 personas, dejó inválidas a 80 000 y 90 000 personas más enfermaron a causa de los efectos radioactivos posteriores.

En pocas horas, cayó una lluvia negra, una capa de ceniza blanca cubrió el epicentro causando quemaduras en la piel de las personas. La mayoría de las víctimas primarias murieron por causa de los efectos combinados del calor, de la presión y de una enfermedad aguda provocada por la radiación. Hiroshima fue prácticamente borrada del mapa [4].
Un soldado estadounidense manipula obuses para tanques provistos de cabezas de uranio empobrecido.

Dos días más tarde, el 8 de agosto de 1945 a las 11h01, una bomba de plutonio bautizada como Fat Man fue lanzada sobre Nagasaki. Como en Hiroshima, el sol desapareció al levantarse el hongo atómico. La población de la ciudad borrada del mapa murió de las mismas heridas combinadas que en Hiroshima. El hecho puso fin a la Segunda Guerra Mundial, dejando ventajas territoriales para la Unión Soviética. La carrera de los ensayos nucleares arrancó en el otoño de 1948, cuando un equipo de investigaciones sobre armamentos de Jruschov comenzó a desarrollar una bomba rusa. Los ensayos continuaron paralelamente en Estados Unidos y la Unión Soviética. Después de la muerte de Stalin, en 1953, la Unión Soviética hizo estallar, el 12 de agosto, la primera bomba móvil de hidrogeno. Se trataba de su segunda bomba termonuclear. Dándose cuenta de que los soviéticos estaban ganando la carrera en el sector de las armas nucleares, Estados Unidos empezó a acelerar sus programas de ensayos.

En 1955 se hizo evidente que los ensayos perjudicaban irremediablemente la biosfera [5]. Más de 400 isótopos radioactivos liberados por cada ensayo fueron identificados como la causa de la contaminación. Cuarenta de esos isótopos representan un peligro para la salud humana. Cada mil toneladas liberadas generan varios gramos de radioisótopos con propiedades tóxicas para el organismo.

Debido a su larga vida, a su desintegración beta y sus propiedades específicas para los huesos, el estroncio 90 constituye el principal riesgo. Además, los ensayos de armas nucleares han provocado accidentes. En 1958, un B-57 de la fuerza aérea estadounidense dejó caer la primera bomba atómica en los alrededores de Florence, Carolina del Sur. La bomba, que no estaba activada, no explotó no explotó, pero dispersó material radioactivo por todo el país. Ese mismo año, un B-52 dejó caer una bomba atómica de dos megatones en los alrededores de Goldsboro, en Carolina del Norte. La aviación estadounidense registró ulteriormente otros accidentes, específicamente en Tula, en Groenlandia y en Palomares (España). En Palomares, dos bombas de plutonio contaminaron gran parte del territorio y de la costa atlántica.

En 1958, luego de la catástrofe de Cheliabinsk-40, la Unión Soviética suspendió sus ensayos nucleares. Pero rápidamente retomó sus ensayos con bombas de varios megatones en la región ártica de Novaya Zembla y lanzó, el 9 de septiembre de 1961, una bomba de 50 megatones. Mientras tanto, en Estados Unidos se acumulaban los indicios reveladores de una contaminación del medio ambiente, al igual que los de un aumento de la incidencia de casos de cáncer, de leucemia y de otros problemas de salud entre las personas que habían trabajado en el sector nuclear. Junto a los problemas de seguridad radiológica que se planteaban, estos hechos incitaron al desmantelamiento del enorme e incompetente aparato burocrático que era la Atomic Energy Commission. Esta fue substituida, en 1974, por la Energy and Research Administration and Nuclear Regulatory Agency (NRC).

En 1955, Bertrand Russell, Albert Einstein y otros nueve reputados científicos fundaron el Movimiento Pugwash, destinado a vigilar la proliferación y evitar la guerra nuclear. Mediante la organización de encuentros anuales, a partir de 1957, Pugwash comenzó toda una labor que desembocó en la firma de un tratado que prohibía los ensayos de armas atómicas y la producción de nuevos arsenales y vectores nucleares [6].

En 1969, Pugwash contribuyó a la realización de las negociaciones sur la Limitación de las Armas Estratégicas (SALT). Esta iniciativa contó con el apoyo de la campaña que Linus Pauling organizó contra las armas atómicas y la contaminación del medio ambiente. Luego de la crisis de Cuba, la amenaza de un conflicto nuclear incitó a Kennedy y Jruschov a firmar, en 1963, un tratado de prohibición de los ensayos nucleares. Pero los ensayos nucleares subterráneos se mantuvieron, lo cual hizo fracasar el tratado de prohibición total de los ensayos nucleares. El asesinato de Kennedy, la caída de Jruschov y la guerra de Vietnam pusieron fin a la distensión nuclear.

La posibilidad, realista, de que la Unión Soviética tomara la delantera a Estados Unidos en los ensayos y el desarrollo de las armas nucleares condujo finalmente, en 1972, al tratado SALT I, que prohibía parcialmente el despliegue de sistemas de defensa antimisiles. La Unión Soviética disponía ya de un sistema de ese tipo alrededor de Moscú y Estados Unidos tenía uno en Dakota del Norte. Ocho años más tarde, la administración Reagan emprendió las negociaciones SALT II, que desembocaron en una reducción de armas (START), pero no condujeron a una limitación.

El presidente del Comité Ejecutivo de la Conferencia Pugwash, Bernard Field, calificó aquella situación de «repetitious stupidity of this futile charade.» [7] Paul Warnke, principal negociador del tratado SALT II, declaró: «La triste historia del control de armamentos puede convertirse en el último capítulo de la historia de la humanidad.» [8] Desde la firma del Tratado de Prohibición Parcial de los Ensayos Nucleares, en 1963, unos 50 ensayos tuvieron lugar cada año, el 55% por parte de Estados Unidos, el 30% por parte de Rusia y el resto, un 15%, en Francia, por parte de Francia, Inglaterra, China, la India y Pakistán.

Como la tecnología de las comunicaciones por satélite se desarrolla muy rápidamente, la proliferación de las armas nucleares implica que más del 90% de la superficie del planeta constituye un blanco potencial. El número de armas atómicas no representa ya una garantía para la seguridad de las naciones. Incluso después del derrumbe de la Unión Soviética, las armas nucleares siguen siendo un problema esencial de seguridad, exceptuando las iniciativas de colaboración entre Washington y Moscú. Los escenarios políticos internacionales comprenden nuevos riesgos de conflictos nucleares. Entre esos riesgos figuran la retirada a corto plazo de Estados Unidos del Tratado sobre los Sistemas de Defensa antimisiles, la nueva doctrina del «primer golpe» y la reciente aparición de nuevos países dotados de armas nucleares [9]. La amenaza nuclear subsiste debido a la proliferación nuclear, con su lista, cada día más larga, de escenarios que incluyen el uso de la fuerza, de actividades terroristas, de catástrofes nucleares y ecológicas y de doctrinas de la «destrucción mutua asegurada».

Terrorismo nuclear y radiológico

Después del 11 de septiembre de 2001, la posibilidad de ataques terroristas nucleares y radiológicos suscitó más atención. Antes de la catástrofe de Nueva York no se concedía mucha atención a ese tipo de posibilidades. El entrenamiento en materia de cuidados a las victimas de posibles catástrofes nucleares o radiológicas era inexistente o se efectuaba sólo muy esporádicamente, incluso en las instituciones gubernamentales encargadas de mantener cierta capacidad de reacción.

El mejoramiento de la preparación de los países con vista a enfrentar los efectos agudos y crónicos de las radiaciones, la contaminación del medio ambiente, el impacto psicológico y social y las consecuencias financieras de un ataque terrorista nuclear aparecen de nuevo como una prioridad de las naciones industrializadas [10]. Algunos se pronuncian por la doctrina de Clausewitz según la cual es conveniente encargar a las fuerzas armadas de prevenir los ataques de enemigos externos o de rechazarlos y atacar a otros países si se estima que [tal acción] puede ser en interés internacional [11].

Los daños crónicos provocados por las radiaciones han sido reevaluados a la luz de las posibles consecuencias del terrorismo nuclear para multitudes de víctimas. La preparación para accidentes y ataques nucleares y radiológicos debe contemplar también las consecuencias sicológicas debido al hecho, ya comprobado, de que, ante una situación de terrorismo nuclear, por cada víctima directa habría 500 personas que podrían sufrir trastornos psicológicos y psicosomáticos difíciles de diferenciar de las victimas realmente contaminadas [12].

Aunque se han analizado intervenciones con uso de medicamentos como protección contra las radiaciones, los profesionales de la salud deberían estar concientes de los lamentables fracasos anteriores en lo tocante a los medios de protección contra las radiaciones. Actualmente se estudia el hecho de que las células vasculares y parénquimas se regeneran, en vez de morir bajo los efectos de la radiación, con vista a desarrollar mecanismos para modificar la respuesta del organismo, paralelamente a otras estrategias terapéuticas como los corticoesteroides, los inhibidores de la enzima de conversión, la pentoxifilina y la dismutasia superoxídea [13].

En el manejo de los daños nucleares y patológicos, se ha pasado de las consecuencias imposibles de manejar de un conflicto nuclear estratégico a medios que puedan permitir hacer frente a un gran número de víctimas. Esta respuesta debe partir de esfuerzos interdisciplinarios. Resulta necesaria la realización inmediata de grandes esfuerzos tendientes a desarrollar conceptos de manejo clínico de las víctimas de las radiaciones [14]. Simultáneamente, los investigadores deben esforzándose por comprender y manejar la contaminación por radionucleidos, los efectos radiotóxicos, la destrucción de los enlaces químicos, los radicales libres, los daños al ADN celular y a las enzimas [15].

Los esfuerzos multidisciplinarios deben incluir la planificación, la clasificación de los heridos, la descontaminación, la disociación, la terapia de quelatación y el manejo tradicional de los síntomas de los pacientes.

Debido a las limitaciones financieras y la falta casi total de formación, de conocimientos técnicos, un posible ataque terrorista constituye un serio desafío [16]. No se han sacado aún, de la primera guerra del Golfo y del conflicto de los Balcanes, las lecciones apropiadas para estar preparados para atender a las víctimas de radiaciones [17].

Un ataque terrorista exige una respuesta eficaz por parte del sistema sanitario. Pero la mayoría de los países que podrían ser blancos de un ataque terrorista no disponen en lo más mínimo de la logística necesaria, sobre todo en las grandes ciudades donde la asignación de los medios financieros exigiría una reestructuración de las prioridades para poder responder a las consecuencias para la sociedad. Ante un caso de terrorismo nuclear resulta particularmente importante estar conciente de los terroristas podrían recurrir al uso de actínidos, utilizando sobre todo el plutonio, agente de contaminación masiva.Las tropas de la OTAN disponen de municiones de uranio empobrecido, y las utilizan, en todos los teatros de operaciones.

El plutonio está considerado como la sustancia más peligrosa que exista para el ser humano [18]. Si lo dispersamos en forma de polvo radioactivo o si llega a las redes de agua potable, unos pocos gramos bastan para contaminar una gran ciudad. El plutonio se ha vendido ilegalmente en mercados clandestinos, en particular en la ex Unión Soviética. Gracias a un tráfico ilegal, ha llegado a diversas partes del mundo. La dispersión de plutonio está considerada como la peor modalidad de terrorismo [19]. De presentarse este caso, los profesionales de la salud tendrían que trabajar sobre todo en el aspecto preventivo más que en el manejo terapéutico de grandes cantidades de víctimas del terrorismo nuclear.

Recientemente, médicos de todo el mundo se sumaron a una agrupación de más de mil organizaciones para cooperar, apoyar la eliminación de las armas nucleares y reducir los riesgos de las espantosas consecuencias del terrorismo nuclear y radiológico [20].

Guerra radiológica

Fue en mayo de 1991, en el Golfo Pérsico, que se recurrió por primera vez al uso de armas radiológicas. Estas inauguraron una nueva modalidad de guerra CBRN (química, biológica, radiológica y nuclear). El uso de armas que afectan tanto a soldados como a civiles no es nuevo. Al final de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos temía seriamente que los japoneses lanzaran sobre territorio estadounidense miles de globos llenos de uranio para contaminar sus grandes ciudades [21].

Durante la primera guerra del Golfo, las municiones de uranio empobrecido dispersaron en la atmósfera millones de gramos de polvo radioactivo [22]. Sus consecuencias para la salud y el medio ambiente siguen siendo controvertidas y la discusión va mucho más allá del marco de la comunidad científica. Sin embargo, numerosos estudios recientes han confirmado dos siglos de pruebas científicas de la toxicidad somática t genética del uranio [23] [24] [25].

El costo de la descontaminación de los lugares afectados por armas de uranio utilizadas por ejércitos o por terroristas sigue siendo un grave tema de inquietud. La experiencia sueco-canadiense de descontaminación radiológica recientemente efectuada en Urnea, Suecia, mostró que dos métodos corrientes de descontaminación de blindados ligeros contaminadas por fuera con Na eran en realidad ineficaces: el vapor de agua a altas presiones y los chorros de agua a altas presiones [26].

Esto demuestra claramente la necesidad de mejorar la capacidad de reacción de las estructuras sanitarias públicas ante un caso de guerra radiológica o de ataque terrorista [27]. La actual ausencia de estrategia de conjunto para enfrentar una amenaza de uso terrorista de sistemas de dispersión de materias radioactivas (RDD) (o «bombas sucias») subraya la necesidad de una mejor coordinación de la capacidad de reacción ante los peligros químicos, biológicos, radiológicos y nucleares en la actual situación de combinación de armas clásicas y armas inéditas [28].

En el caso muy particular de un ataque radiológico, el marco del enfrentamiento de la guerra y del terrorismo radiológicos se extiende no sólo más allá del sector de la salud pública sino también del de la reserva de las fuerzas armadas [29] [30].

La defensa médica contra la guerra radiológica sigue siendo uno de los aspectos que más descuidados están en la enseñanza médica actual [31]. El terrorismo radiológico y nuclear constituye la mayor amenaza de la sociedad moderna ya que la proliferación nuclear ha permitido que las organizaciones subversivas puedan conseguir fácilmente material nuclear [32].

Sólo durante el año 2000, Estados Unidos gastó 10 000 millones de dólares en la lucha contra la utilización terrorista de armas de destrucción masiva, y los gastos aumentaron considerablemente después del 11 de septiembre de 2001. Estudios actuales revelan la vulnerabilidad de las sociedades occidentales ante el terrorismo nuclear y subrayan que organizaciones terroristas poseedoras de armas de destrucción masiva podrían provocar más destrucción mediante el uso de los dispositivos nucleares y radiológicos que con cualquier otro tipo de armas.

La capacidad de Estados Unidos para enfrentar un ataque radiológico o nuclear depende supuestamente de cuatro sectores de acción: mejorar el trabajo de inteligencia sobre las organizaciones terroristas, mejorar la seguridad de las instalaciones nucleares en la ex Unión Soviética, la posibilidad de neutralizar los efectos nucleares y radiológicos y mejorar la capacidad de reacción ante las organizaciones clandestinas que ya poseen armas nucleares y radiológicas [33].

El riesgo de un ataque nuclear y radiológico contra Estados Unidos se acentúa debido a la tecnología, al acceso a las materias nucleares y radiológicas, a la inestabilidad económica de Rusia y el descontento que suscita en numerosos países la política exterior estadounidense. Medidas de seguridad inadecuadas en la antigua Unión Soviética, combinadas con una creciente determinación de los terroristas y el carácter cada vez más mortífero de sus ataques refuerzan considerablemente la probabilidad del uso de las RDD en un futuro próximo [34].

La cuestión de los efectos sobre el medio ambiente y la salud debe llevar a abordar el problema de la descontaminación y la asignación de presupuestos tendientes a salvar vidas, a reducir los riesgos sanitarios y a preservar la cultura, la biodiversidad y la integridad de los lugares contaminados [35].

Los esfuerzos en esos sectores han dejado que desear en el pasado. Se descuidó sobre todo la entrega de indemnizaciones justas a las víctimas de los efectos radioactivos en Utah y Nevada. Una búsqueda ineficaz y un sistema insuficiente de indemnización de las víctimas de cánceres provocados por la exposición a las radiaciones y la persistente controversia sobre la interpretación que hace el gobierno de las radiaciones de bajo nivel provocaron el descontento de las poblaciones contaminadas durante los ensayos nucleares [36].

Un reciente informe británico resulta igualmente sospechoso en cuanto al análisis que hace de la mortalidad y de la incidencia de cánceres entre quienes participaron en los ensayos atmosféricos de armas nucleares y en los programas experimentales. El informe contiene una conclusión provocadora: la mortalidad general entre los sobrevivientes de los ensayos nucleares británicos sería inferior a la de la población en general [37].

De la comparecencia de Galileo ante la Inquisición a las investigaciones sobre el uranio

Actualmente, la libertad de la ciencia independiente no es nada diferente de lo que fue en el pasado. Lo que están viviendo los científicos de hoy recuerda el juicio de Galileo ante la Inquisición, en 1610. La controversia sobre los resultados de los estudios del Dr. Ernest Sternglass sobre los índices de mortalidad infantil y juvenil en el Estado de Nueva York influenciados por los ensayos nucleares y las consecuencias radioactivas acabó con la carrera de este, como universitario y como científico.

Cuando su artículo clásico [38] sobre la muerte de niños como consecuencia de las radiaciones apareció en 1969 en el Bulletin of Atomic Scientists, el redactor jefe de la publicación le confió que Washington lo había presionado para que no lo publicara. El eminente físico Freeman Dyson escribió, en una carta enviada como lector a la misma revista: «Si las cifras que presenta Sternglass son correctas, y creo que lo son, se trata de un buen argumento contra la defensa antimisiles.» Sternglass consideraba que la muerte que la muerte de niños se debía al estroncio de la lluvia radioactiva. Cuando su estimado de cerca de 400 000 muertos fue presentado al Dr. John Gofman, director médico del Lawrence Livermore National Laboratory, éste reevaluó su informe.

Luego de corregir ciertas cifras, concluyó que incluso utilizando un modelo estocástico, las directivas ligadas al riesgo por unidad de radiación eran 20 veces demasiado elevadas para resultar confiables. Concluía también que el riesgo era más importante en casos de dosis bajas de radiaciones que en casos de dosis elevadas. Agregaba que las muertes por cáncer provocados por los ensayos nucleares y las lluvias radioactivas eran más de 30 000 al año. Su informe fue entregado al Committee on Underground Nuclear Testing presidido por el senador E. Muskie. Este lo transmitió al presidente del Joint Committee on Atomic Energy, el senador C. Holifield. Este último citó a Gofman en Washington y lo amenazó abiertamente: «Los desgraciamos a ellos y lo desgraciaremos a usted.» En 1973, víctima de su propia integridad, Gofman perdió su empleo en su laboratorio. La Atomic Energy Commission fue disuelta en 1974 [39].
Niños víctimas del uranio empobrecido.

Reexamen de la toxicidad del uranio

El riesgo fatal que presentan los isótopos de uranio para el medio ambiente y la salud humano fue especificado durante dos siglos de investigaciones. Sin embargo, los especialistas de la salud han recibido una formación incorrecta en lo tocante a la radiotoxicidad de base y la toxicología química de los isótopos de uranio [40]. Los análisis recientes de los efectos potenciales de las RDD sobre la salud se basan esencialmente en los datos de los sobrevivientes japoneses de los bombardeos atómicos, los ensayos nucleares y las investigaciones de laboratorio.

En la literatura especializada, sobre todo la que tiene que ver con las investigaciones de los últimos cinco años, abundan los balances de trabajos interdisciplinarios sobre los efectos de los actínidos y los isótopos de uranio. La confirmación de los casos de cáncer de la tiroides [41], de carcinoma hepatocelular [42], de leucemia [43] y de los riesgos que representa la exposición aguda o crónica al uranio [44] reveló la importancia de las consecuencias somáticas y genéticas de la contaminación provocada por los isótopos de uranio. Su correlación con los ensayos atmosféricos de armas nucleares fue confirmada nuevamente en informes recientes sobre los índices de actínidos en los mamíferos marinos del Pacífico norte, netamente asociados a años de ensayos nucleares y de lluvias radioactivas [45].

El reexamen de los estudios sobre los sobrevivientes de Hiroshima y Nagasaki muestra no sólo el impacto físico sino también el efecto psicológico que ejercen las armas atómicas en las personas presentes en dichas ciudades en el momento de la explosión: trastornos siquiátricas, ansiedad, somatización de síntomas [46]. Este reexamen indica claramente que existen efectos sicológicos a largo plazo que deben ser tomados en consideración durante la preparación para futuros conflictos.

Otro informe reciente sobre los sobrevivientes de Nagasaki indica que los efectos de las radiaciones en los sobrevivientes deben representar un aspecto esencial del manejo de los cuidados médicos durante los futuros conflictos [47]. Los datos actuales sobre los ensayos nucleares muestran que la mortalidad infantil, los nacimientos prematuros y las muertes fetales están ligados, en Estados Unidos, a la exposición a las radiaciones [48].

Las consecuencias de la contaminación radioactiva sobre la salud y el medio ambiente han sido reevaluadas en numerosos lugares de ensayos nucleares, como el de Krasnoyarsk, en Siberia [49], en Kazajstán [50], en los montes Altai [51], el de Semipalatinsk, en Kazajstán [52], el del Techa, en el Ural [53], entre el personal del complejo nuclear de Mayak [54], en la República de Sakha (Yakutia) [55], en la isla de Amchitka, en Alaska [56], en Finlandia y en Noruega [57].

Estas informaciones permiten evaluar correctamente los riesgos cuando se trata de prepararse para enfrentar una crisis sanitaria extrema provocada por el uso de armas nucleares y radiológicas en caso de guerra o de ataque terrorista [58]. El conocimiento actual de la dispersión de los radionucleidos [59] liberados en la biosfera, en el mundo entero, sobrepasa ampliamente el marco de la investigación experimental y de los cuidados a las víctimas de las radiaciones. Esta tiene implicaciones sobre el futuro del planeta [60].

Investigaciones actuales sobre las consecuencias sanitarias de las armas de uranio

La más importante contaminación por radionucleidos tuvo lugar en 1991, durante la primera guerra del Golfo. El uranio empobrecido utilizado en las armas antitanques contaminó el territorio de Irak exponiendo de forma crónica, a la población y a los soldados, al polvo, a los vapores y a los aerosoles del uranio empobrecido. Unos pocos soldados de las tropas de la coalición fueron heridos por pedazos de obuses de uranio empobrecido.

La aleación de las armas de uranio empobrecido contiene un 99,8% de U238 que emite el 60% de radiaciones alfa, beta y gamma del uranio natural. El uranio empobrecido es un metal pesado, 1,6 veces más denso que el plomo. Es organótropo, o sea que se fija sobre los órganos, como los tejidos esqueléticos y se mantiene allí por largo tiempo. Al disolverse poco a poco, los isótopos de uranio son eliminados. Estos han sido detectados en la orina de ex combatientes de la guerra del Golfo, 10 años después de que estos los absorbieran por inhalación o mediante heridas provocadas por pedazos de obuses.

Estudios sobre su repartición en los tejidos demuestran la acumulación de uranio empobrecido en los huesos, los riñones, el sistema reproductor, el cerebro y los pulmones, lo cual provoca efectos genotóxicos, mutaciones y efectos cancerígenos, así como alteraciones de la reproducción y trastornos teratógenos [61].

Se ha detectado una contaminación interna provocada por los isótopos de uranio empobrecido en ex combatientes británicos, canadienses y estadounidenses de la primera guerra del Golfo 9 años después de la exposición de estos al polvo radioactivo. También se han identificado isótopos de uranio empobrecido en los pulmones, el hígado, los riñones y los huesos de un ex combatiente canadiense durante su autopsia. Estos órganos contenían fuertes concentraciones de uranio y los coeficientes isotópicos revelaban la presencia de uranio empobrecido. Estudios efectuados en 1992, año de la primera guerra del Golfo, a partir de conteos de cuerpo entero sugieren la presencia de uranio en el organismo y la orina de ex combatientes contaminados [62].

Dificultades logísticas así como la controversia sobre el uranio empobrecido retrasaron la realización de estudios más profundos hasta 1998, año en que los veteranos de la primera guerra del Golfo fueron sometidos a un análisis por activación neutrónica. Aunque este método está destinado a la detección de pequeñas cantidades de uranio, su uso precoz permitió comprobar una contaminación importante. Estos estudios fueron presentados durante el congreso internacional de la Radiation Research Society , celebrado en Dublín, en 1998.

Las investigaciones experimentales prosiguieron gracias a la utilización del método más moderno, la espectografía de masa, en la Memorial University of Newfoundland (St John’s, en Terranova, Canadá) y, posteriormente, en el British Geological Survey (Nottingham, Inglaterra). Ambas series de estudios confirmaron la presencia de concentraciones y correlaciones de isótopos de uranio empobrecido en el 67% de las muestras. La primera presentación, basada en los datos de la espectrometría de masa, tuvo lugar durante el Congreso Europeo de Medicina Nuclear celebrado en París, en el año 2000.

Las investigaciones han seguido avanzando, desde que se detectaron y se midieron cantidades de uranio empobrecido en el organismo de los ex combatientes hasta la actual evaluación de los efectos clínicos de la contaminación por uranio entre los veteranos de la primera guerra del Golfo, civiles iraquíes, soldados y civiles de los Balcanes, civiles afganos y, más recientemente, entre las poblaciones de la franja de Gaza y de Cisjordania.

El uranio empobrecido, desecho poco radioactivo del enriquecimiento isotópico del uranio natural, ha sido identificado sin lugar a dudas como un elemento contaminante presente en las zonas de conflicto militar ya mencionadas. Su papel etiológico en la aparición del síndrome de la guerra del Golfo ha sido objeto de constantes controversias desde esa guerra. Las pruebas, bien documentadas, de la toxicidad química y radiológica de los isótopos de uranio han sido objeto recientemente de un gran número de investigaciones y de informes científicos sobre sus efectos organotóxicos capaces de provocar mutaciones y sus efectos teratógenos y cancerígenos [63].

Estudios recientes de biodistribución efectuados en animales de laboratorio en cuyos cuerpos se implantaron pequeños fragmentos de uranio empobrecido confirmaron que los resultados de estudios de biodistribución anteriores según los cuales los riñones y los huesos sirven de blanco a los isótopos de uranio, al igual que otros punto de los sistemas linfático, respiratorio, reproductor y del sistema nervioso central [64].

Hace casi dos siglos que son conocidos los efectos tóxicos del uranio en materia de quimiotoxicidad renal, efectos que han sido confirmados mediante estudios recientes efectuados sobre células renales in vitro. Los estudios que tienen que ver con los efectos del uranio empobrecido sobre el sistema nervioso central han confirmado su retención en varias zonas del hipocampo. También se han observado modificaciones electrofisiológicas del sistema nervioso de las ratas a las que se implantaron pequeños fragmentos de uranio empobrecido [65].

La posibilidad de efectos capaces de provocar mutaciones debido a la contaminación interna con uranio empobrecido ha sido sugerida recientemente por la correlación temporal entre el uranio implantado y la expresión oncógena de los tejidos [66], así como por una inestabilidad genómica [67]. La transformación neoplástica de los osteoblastos humanos en un cultivo celular que contiene uranio empobrecido confirma el riesgo de cáncer provocado por el uranio empobrecido [68].

Eso corresponde a lo que ya se sabe de los riesgos cancerígenos que implica el uranio empobrecido para las células endobronquiales, al igual que en las evaluaciones cuantitativas recientes –determinadas por la carga pulmonar en las inhalaciones de aerosoles [69]– de los riesgos cancerígenos que han sufrido los pulmones de los ex combatientes de la primera guerra del Golfo. El riesgo se había evaluado mediante el método de Battelle de simulación de liquido pulmonar intersticial y el análisis de muestras de orina recogidas durante 24 horas de un veterano que contenía 0,150 mg de uranio empobrecido 9 años después de haberse visto expuesto por inhalación [70]. Resultó que la carga pulmonar correspondía a 1,54 mg de uranio empobrecido en el momento de la exposición, con una dosis de radiación alfa de 4,4 milisieverts (mSv) durante el primer año y de 2,2 mSv 10 años después de la exposición.

Estos valores sobrepasan las dosis máximas tolerables de inhalación de uranio empobrecido y justifican nuevas investigaciones sobre la posibilidad de modificaciones malignas de los pulmones.

Estos datos recogidos en seres humanos son muy importantes cuando se analizan a la luz de las pruebas recientes de los efectos mutágenos de las partículas alfa sobre las células madre y las inestabilidades cromosómicas de las células de la médula ósea que causan las radiaciones alfa [71] [72].

La inestabilidad cromosómica provocada por las partículas alfa explica claramente los efectos mutágenos observados en los veteranos británicos de la guerra del Golfo en cuyo organismo se detectó la presencia de uranio empobrecido, como lo mostró recientemente el estudio de los linfocitos periféricos presentado en la universidad de Bremen [73]. Este resultado corresponde al de estudios anteriores sobre las inestabilidades cromosomáticas provocadas por una pequeña dosis de partículas alfa comparadas con los efectos idénticos de las radiaciones de fotones [74].

Los estudios sobre los efectos de las partículas alfa y los recientes progresos de la irradiación por microhaces de células provenientes de mamíferos permiten de evaluar con precisión el recorrido de una partícula única a través del núcleo celular y de medir su efecto cancerígeno [75].

Aunque los mecanismos de mutagénesis y de los efectos cancerígenos de las partículas alfa inhaladas siguen siendo oscuros, se ha observado que pequeñas dosis de partículas alfa pueden provocar modificaciones de las cromátidas hermanas en células humanas normales [76].

Las implicaciones prácticas de esos estudios son importantes, teniendo en cuenta el hecho que más del 10% de todas las muertes por cáncer en Estados Unidos se deben a un depósito pulmonar de partículas alfa [77]. También resultan igualmente importantes debido a la inestabilidad genómica de las células bronquiales humana que provocan las partículas alfa, lo cual está bien documentado [78]. Las células pulmonares humanas han resultado ser más sensibles a los efectos nocivos de las partículas alfa que las de la mayoría de los animales de laboratorio. La evaluación cuantitativa del radiológico que representa la inhalación de aerosoles de uranio empobrecido debe tener en cuenta a la vez los mecanismos de depósito de partículas y su eliminación por translocación en los ganglios linfáticos pulmonares y tráqueobronquiales a través de la barrera alveolo-capilar o por expectoración y translocación en el sistema rinofaríngeo o gastrointestinal.

El modelo de eliminación de las partículas (ICRP-66) permite la más moderna evaluación del depósito de partículas de uranio y de su eliminación así como la evaluación de los aerosoles de uranio inhalados y su dosimetría interna. El estudio sitúa la inseguridad máxima en un tamaño de partícula de 0,5-0,6 _m [79].

Los pulmones siguen siendo la principal puerta de entrada de los isótopos de uranio al organismo, mientras que el blanco final son los tejidos esqueléticos. Estudios muy recientes sobre la exposición crónica al uranio en su estado mineral natural aportan argumentos de carácter probatorio a favor de los riesgos de tumores pulmonares, tanto benignos como malignos [80]. Estudios actuales indican igualmente que el uranio empobrecido puede causar daños oxidativos al ADN al catalizar el peróxido de hidrógeno y provocar reacciones de ácido ascórbico [81].

La muerte celular provocada por las radiaciones, las alteraciones cromosómicas, las transformaciones celulares, las mutaciones y la carcinogénesis son esencialmente consecuencia de las radiaciones depositadas en el núcleo celular. Las radiaciones de bajo nivel podrían provocar una inestabilidad genómica sin efectos evidentes de movimiento de dosis, lo cual imposibilita una extrapolación a los efectos de dosis elevadas y acentúa la importancia de los efectos de proximidad en las radiaciones de partículas alfa de bajo nivel [82] [83]. Intercambios de segmentos de cromosomas homólogos en dosis variables pueden provocar modificaciones del núcleo que se traducen en mutaciones génicas interactuando con el citoplasma celular. Estos efectos nocivos contradicen la idea según la cual pequeñas dosis serían incapaces de provocar alteraciones génicas.

Síndromes de las guerras del Golfo y de los Balcanes

Durante la primera guerra del Golfo, por lo menos 350 toneladas métricas de uranio empobrecido se depositaron en el medio ambiente y entre 3 y 6 millones de gramos de aerosoles de uranio empobrecido fueron liberados en la atmósfera. El resultado, que fue la aparición del síndrome de la guerra de Golfo, es un trastorno multiorgánico invalidante de tipo complejo. Al principió, se creyó que era provocado por la inhalación de arena del desierto (enfermedad de Al-Eskan). Desde aquel entonces, ya ha sido objeto de diferentes descripciones y denominaciones, cuyo número parece ser inversamente proporcional a los conocimientos reales que tenemos de dicha enfermedad.

Los síntomas de esta enfermedad progresiva son tan numerosos como sus denominaciones: fatiga invalidante, dolores músculo-esqueléticos y articulares, dolores de cabeza, trastornos neurosiquiátricos, cambios bruscos del estado de ánimo, confusión mental, trastornos de la visión, trastornos en la locomoción, pérdida de la memoria, linfoadenopatías, deficiencia respiratoria, impotencia, alteraciones morfológicas y funcionales del sistema urinario. Este síndrome fue primeramente subestimado y, posteriormente, fue reconocido como un síndrome progresivo. Tratado a veces como una enfermedad imaginaria, ha sido calificado sucesivamente de variante crónica del síndrome de fatiga crónica y de stress post-traumático, para ser finalmente reconocido como una entidad diferente, en algunos países no siendo así en otros.

Se ha tratado de evitar la realización de investigaciones objetivas en materia de etiología y de patogenia sobre el síndrome de la guerra del Golfo retrasando los estudios clínicos, orientándolos mal e incluso oponiéndose a su realización, lo cual ha tenido efectos nefastos en las carreras de ciertos científicos cuyos sus estudios clínicos no respondían a los intereses industriales o políticos. Nuestra actual comprensión de su etiología está lejos de ser satisfactoria. Algunos autores suponen que las causas incluyen a las mareas negras y los incendios de pozos de petróleo, otros acusan a las vacunas preventivas y un tercer grupo se encaminan hacia agentes biológicos o químicos, así como hacia modificaciones multifactoriales y no específicas del sistema inmunológico y la exposición a los aerosoles de uranio empobrecido [84].

La falta de coordinación de los esfuerzos de investigaciones interdisciplinarias hace que ese síndrome complejo, provisionalmente llamado «síndrome de los Balcanes» esté entrando en su segunda década de confusión. La cuestión de los criterios que permiten clasificarlo sigue sin ser resuelta [85]. El mejor ejemplo de la diversidad de clasificaciones es la diversidad de sus denominaciones. El análisis factorial de Haley llega a 6 categorías predominantes que comprenden 3 síndromes menores [86].

Otros intentos de clasificación comprenden denominaciones tales como, entre otras muchas, síndrome neuro-inmunitario, síndrome mucocutáneo-intestinal-reumatismal del desierto, síndrome de stress postraumático, etc. [87]. Algunas de las supuestas causas, como las mareas negras, los incendios de pozos de petróleo y el polvo de arena que podrían corresponder a la primera guerra del Golfo, no pueden ser consideradas como factores etiológicos en el conflicto de los Balcanes.

Sin embargo, las armas antitanque sí fueron utilizadas en ambos conflictos. Las pruebas, cada vez más numerosas en la literatura reciente, de una contaminación interna con uranio empobrecido entre los veteranos de la primera guerra del Golfo contradicen en ambos casos continuos intentos de minimizar su existencia. La eliminación de isótopos de uranio empobrecido entre los soldados contaminados y enfermos se mantiene más de 10 años después de la exposición, en el caso de la guerra del Golfo, y más de 7 años después del conflicto de los Balcanes. La mayoría de los otros factores sugeridos deberían ser reexaminados en el marco de un estimado de la semi-vida biológica del uranio empobrecido y de los posibles impactos sanitarios progresivos sobre el organismo [88].

Estos factores comprenden sobre todo agentes químicos de baja intensidad, los incendios de pozos de petróleo, la inmunización, el botulismo, las aflaxtoxinas y los micoplasmas. La larga media-vida física y biológica, la desintegración de las partículas alfa y la prueba bien comprobada de la toxicidad radiológica somática y genética hacen suponer que el uranio empobrecido desempeña un papel importante en génesis de los síndromes de la guerra del Golfo y de los Balcanes.

Resulta deplorable la ausencia flagrante de investigaciones serias y exhaustivas sobre la correlación entre estos síndromes y la contaminación por uranio empobrecido. La mayoría de los estudios que sugieren la ausencia de efectos somáticos del uranio empobrecido en las zonas de conflicto de Bosnia Herzegovina [89] no muestran índices reales de isótopos de uranio en muestras provenientes del medio ambiente o de seres humanos. Sus conclusiones no pueden por tanto ser evaluadas de manera objetiva al no existir una cuantificación de la concentración y de la correlación de isótopos de uranio.

Al mismo tiempo, no existe explicación creíble para el fuerte aumento de los índices de cáncer entre los veteranos de la primera guerra del Golfo [90]. Y no existen programas de investigación objetivos e independientes sobre estas interrogantes, exceptuando las investigaciones del Uranium Medical Research Center (UMRC). El UMRC es la única institución que ha efectuado continuamente investigaciones sobre la contaminación interna por uranio empobrecido, investigaciones que siempre ha comunicado son espíritu científico y profesional. Este centro ha recurrido a los métodos ultramodernos de ionización térmica y de espectografía de masa plasma. Estos métodos han permitido identificar del 0,2 al 0,33% de U235 entre veteranos de la primera guerra del Golfo, lo cual indica una concentración de uranio en la orina de 150 ng/l en el momento de la exposición, mientras que la población no expuesta del Golfo registraba índices situados entre el 0,7 y el 1,0% de U235, lo cual indica una concentración de uranio en la orina de 14 ng/l solamente 70.

Estudios realizados en Afganistán

Aunque los estudios del UMRC sobre el análisis de la orina de los ex combatientes de la primera guerra del Golfo hayan sido efectuados varios años después de la exposición, las investigaciones más recientes basadas en el examen de muestras biológicas y medio ambientales han coincidido con la Operación Libertad Inmutable (OEF) realizada en Afganistán desde 2001.

Este país representaba una posibilidad de llevar a cabo un estudio en un momento cercano al del conflicto. La operación Anaconda terminó en el preciso momento en que el primer equipo del UMRC entraba en el este de Afganistán (fig. 1). Este tuvo acceso a las instalaciones estacionarias ya que el equipamiento militar móvil no había sido desplazado ni llevado a lugar seguro.

Los estudios del UMRC sobre la población de las zonas de Jalalabad, Spin Gar, Tora Bora y el aeropuerto de Kabul identificaron a civiles que presentaban los mismos síntomas multiorgánicos non específicos observados durante la primera guerra del Golfo y la de los Balcanes: debilitamiento físico, dolores de cabeza, dolores musculares y óseos, trastornos respiratorios, tos seca y persistente, dolores toráxicos, trastornos gastrointestinales, síntomas neurológicos, perdida de la memoria, ansiedad y depresión. Muestras de orina de 24 horas de sujetos sintomáticos y de sujetos asintomáticos fueron recogidas siguiendo los siguientes criterios:

1) Aparición de síntomas coincidente con los bombardeos,
2) Sujetos presentes en la zona de bombardeos;
3) Manifestaciones clínicas.

Los sujetos miembros del grupo de comprobación fueron escogidos entre los residentes asintomáticos de zonas bombardeadas. Un estimado de la contaminación medioambiental había sido efectuado gracias a un análisis de muestras de suelo, de polvo [91], de escombros y de agua potable [92] según criterios establecidos para la evaluación de la dispersión, de los peligros de actínidos y la recolección de muestras del medio ambiente después de los impactos (fig. 2 et 3).

Todos los sujetos, incluyendo a los del grupo de comprobación, fueron informados en las lenguas locales, dari y el pashto, sobre el protocolo y la recogida de muestras y firmaron una planilla de consentimiento. Todas las muestras fueron objeto de un análisis de la concentración y de la correlación de cuatro isótopos de uranio: U234, U235, U236 Y U238 mediante un espectómetro multicolector de masa con fuente de ionización por plasma con cuplaje inductivo, en los laboratorios del British Geological Survey de Nottingham (Inglaterra).

Los primeros resultados sobre la provincia de Nangarhar mostraron un significativo aumento de eliminación urinaria de uranio en todos los sujetos, en una proporción media superior en más de 20 veces a la de las personas no expuestas. El análisis de las correlaciones isotópicas reveló la presencia de uranio empobrecido [93]. Análisis de muestras realizados durante un segundo viaje científico, en 2002, revelaron concentraciones de uranio hasta 200 veces más elevadas que entre los miembros del grupo de comprobación. Esos índices elevados de eliminación de uranio total fueron comprobados en los distritos de Tora Bora, de Yaka Toot, de Lal Mal, de Makam Khan Farm, de Arda Farm, de Bibi Mahro, de Poli Cherki y en el aeropuerto de Kabul.

Los dos viajes permitieron descubrir idénticas presencias de uranio no empobrecido en todas las zonas estudiadas del este de Afganistán (tablas 2 y 3, figura 4). Las índices de uranio registrados en las muestras de suelo recogidas en lugares bombardeados durante la Operación Libertad Inmutable eran de 2 a 3 veces más elevados que los índices de concentración de 2-3 mg/kg observados en el mundo. Las concentraciones en el agua eran significativamente más elevadas que los índices máximos que tolera la OMS (cf. Nuestros documentos no publicados). Las investigaciones del UMRC abarcan el centro, el oeste y el norte de Afganistán. Además, de la continuación de los estudios sobre los análisis de orina para medir los isótopos de uranio se ha iniciado una colaboración interdisciplinaria dedicada al examen clínico profundo de las funciones renales y pulmonares, así como estudios citogénicos de las aberraciones cromosómicas en la sangre periférica de los sujetos contaminados y estudios con microscopio electrónico y nanopatológicos de muestras de tejidos provenientes de biopsias y de autopsias.

Se mantendrán estudios longitudinales de ex combatientes de la primera guerra del Golfo y de la población del este de Afganistán, al igual que la realización de investigaciones sobre las enfermedades no explicadas aún entre los veteranos de la segunda guerra del Golfo. Estudios clínicos organizados en centros médicos universitarios internacionales e instituciones de investigación evaluarán los efectos del uranio empobrecido y del uranio no empobrecido en los sistemas renal y respiratorio mediante métodos modernos de morfología funcional y de imagen informática.

Las investigaciones estudiarán específicamente la transformación neoplástica [94] la apoptosis celular, la mutagenesis [95] y el riesgo cancerígeno [96]. Estudios de contaminación del medio ambiente y biodistribución abordarán los graves y crónicos efectos de compuestos de isótopos de uranio y evaluarán las dosis acumuladas de radiaciones y sus efectos biológicos desde la introducción de la guerra radioactiva. Los estudios en el terreno se están extiendo actualmente a las poblaciones civiles de Irak, de la franja de Gaza, de los Balcanes y de nuevas regiones de Afganistán.

Nuestros estudios confirman el descubrimiento de U236 en muestras de suelo de lugares bombardeados en Kosovo y la presencia de partículas de uranio empobrecido. Estas muestras contenían cientos de partículas por cada miligramo de suelo contaminado. El 50% de dichas partículas tenían un diámetro inferior a 1,5 _m y la mayoría eran de diámetro inferior a 5 _m [97]. Nosotros tratamos de evaluar estos resultados durante nuestros viajes científicos a las zonas en las que hubo combates.

Conclusión

La guerra CBRN moderna y la posibilidad que terroristas utilicen clandestinamente dispositivos para la dispersión de materias radioactivas recientes en una nueva dimensión al manejo de grandes masas de víctimas. El papel de la medina en la guerra nuclear y radiológica se ve limitado por causa de la universal falta de capacidades que permitirían enfrentar las complejas consecuencias del síndrome radiológico agudo, de las heridas combinadas o de la contaminación de la biosfera y de la población humana.

Enfermedades recientes, cuya etiología no ha sido explicada aún, la patogénesis y las manifestaciones clínicas obligan a los médicos a intervenir en momentos en que las modalidades de tratamiento plantean problemas no resueltos aún. Los efectos nocivos de los radionucléidos que han ido depositándose en el organismo como consecuencia de los conflictos militares de las últimas décadas, en particular los efectos de los isótopos de uranio, son abundatemente abordados en la literatura reciente.

Suscitando los inevitables progresos de una investigación objetiva y no sesgada tendiente a aclarar las enfermedades inexplicadas que se han producido después de los conflictos, la necesidad de análisis interdisciplinarios bien preparados y coordinados sobre las consecuencias medioambientales y médicas de la guerra CBRN generará conocimientos profundos en ese exigente capítulo de la ciencia médica.

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Ver también los artículos siguientes:

«Estados Unidos sabe matar, pero mata mejor con bombas de uranio» de Ernesto Carmona

y

«La dioxina fue lanzada extensamente por los EEUU durante la guerra de Vietnam» de Hang Long.

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Notas

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Original post by Eratóstenes Horamarcada

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