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Ebrard les entrega el gobierno del Distrito Federal a los fondos de inversión

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Benjamín Castro
Columna Para entender la noticia
Comités Laborales
12 de mayo de 2007

A través de Pedro Aspe, Marcelo Ebrard le entrega el Distrito federal y el manejo de sus finanzas a los fondos especulativos internacionales, los llamados “fondos hedge”, o fondos de accionistas privados, que tienen su sede en Nueva York y Londres, pero principalmente en el protectorado británico de las Islas Caimán. A estos fondos financieros es a los que Pedro Aspe representa y ha servido siempre, igual que la mayoría de los egresados de esa escuela de piratas y saqueadores que llaman el ITAM. Para ellos Aspe llevó al país a la bancarrota entre 1990 y 1994, mediante el invento de la bomba de tiempo llamada tesobonos. Para ellos utilizó después las empresas de Alfonso Romo, a las que llevó a la quiebra y al ridículo: valiéndose de la poca inteligencia de Romo, quien se cree genio, Aspe jineteó su dinero en la burbuja del nasdaq y las empresas “punto com” de finales de los años 90; poco después, todo eso se desplomó y Romo se fue a la ruina y a la situación en que ahora se encuentra, peleando con su suegro en la calle y a gritos.

También está el caso de Jorge Lankenau Rocha y su Banca Confía, que no podemos olvidar y que fue víctima de lo mismo, junto con cientos de inversionistas regiomontanos. Aspe y Salinas colapsaron la economía, pero le hacían creer a esos tarugos que estábamos en el auge y que el TLCAN nos llevaría al primer mundo.

En este momento, a través de su firma de inversiones Protego, Pedro Aspe hace colocaciones de inversiones especulativas en el país, lo que equivale a ser valet parking de los vampiros, o sea organizar las cosas para que los vampiros lleguen a chupar sangre. Los vampiros pueden chupar sangre de una empresa privada en bancarrota, que es comprada a la mitad de su precio y luego se le vuelve a echar a andar, pero con la mitad del personal, que gana la mitad de lo que ganaba antes. Los empleados son subcontratados sin prestaciones, reduciendo los gastos de operación y mantenimiento de la empresa al mínimo y saqueando todo lo que pueda quedar de liquidez en la tesorería. Así es como ha hecho Aspe, por ejemplo, con algunas aerolíneas que han quebrado y con las cuales levanta las “nuevas empresas aéreas de bajo costo”, que funcionan con la mitad de los costos y de inmediato se van a la quiebra; ahí están los experimentos de la línea Azteca, Volaris, Aerobús, Interjet, etc. Antes ocurrió lo mismo con Aerocalifornia.

En todos los casos, los gandallas de los fondos de inversión se aprovechan de las empresas víctimas de la propia caída de la economía y a las cuales luego llevan a la quiebra o a la insolvencia. Cuando una empresa entra en problemas, los representantes de los fondos llegan y le ofrecen una “reestructuración”, que consiste en lo que describimos arriba: se quedan con su deuda, pagan una miseria por las acciones de la empresa y después aplican sus políticas de “reducción de costos” o “reingeniería”, como también le llaman. Cuando todo se viene abajo –y después de sacar una buena dosis de sangre fresca–, los fondos de inversión abandonan las empresas, para que casi siempre sea el Estado el que las rescate. Eso hizo Pedro Aspe con nuestro país, en complicidad con Carlos Salinas. Agarraron al gobierno y al país en quiebra en 1988 e hicieron una “reestructuración” sacrificando todo: nivel de vida, crecimiento, inversión pública en infraestructura, etc., y le entregaron a los especuladores la propiedad de la nación a través de las privatizaciones y el impagable saqueo a través de la deuda. Pero no solo eso; crearon además los tesobonos, para pagar en dólares la enorme deuda que se nos impuso por esa reestructuración, aparte de la deuda que ya se tenía. Por supuesto, no podía funcionar. El país, exhausto, se colapsó en 1994. Únicamente los tarugos se creyeron aquello del “error de diciembre”.
Marcelo Ebrard (izq) se convierte en cómplice del valet parking de los fondos de inversión, el sicario económico Pedro Aspe(der).

Marcelo Ebrard, en su ignorancia y bajo la influencia de Manuel Camacho, cree que esas maromas especulativas son muestra de “capacidad de renegociación de débitos” o que representan algún tipo de destreza o habilidad. La única capacidad especial de Pedro Aspe es la misma que la de Carlos Salinas: su absoluta inmoralidad y su indiferencia ante el sufrimiento de la gente. Por eso va a entregarle el DF a Pedro Aspe y su pandilla de especuladores internacionales. Seguramente le ofrecerán una “reestructuración” a cambio de sacrificios, privatizaciones, reducción de la obra pública, recorte de personal, subcontratación de servicios y la emisión de “certificados bursátiles”, que son la modernas sogas del ahorcado y al mismo tiempo el bozal del perro para que no ladre. El DF pasará a ser propiedad de los fondos especulativos, el gobierno se desprestigiará y se alejará a la gente, a la que tendrá que sacrificar. En el camino, Ebrard pasara a ser un instrumento financiero de los valet parking de los vampiros de las Islas Caimán en contra de Andrés Manuel López Obrador, a quien le temen tanto.

Nota de E.H.: Sobre este mismo tema, recomiendo a los visitantes del blog consultar este artículo de Miguel Ángel Granados Chapa.

Original post by Eratóstenes Horamarcada


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