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Pues PIXAR de la mano de Brad Bird, tomó el gran riesgo de hacernos pasar 111 minutos frente a la pantalla viendo como una rata de nombre Remy, se la pasa manipulando comida para crear junto a un bueno-para-nada, platillos de nouvelle cousine, en uno de los mejores restaurantes de París.

El que la recreación por computadora de París, una cocina llena de ingredientes y el Sena, sea perfecta, no me sorprende en absoluto, se trata de PIXAR, que es una compañía que hace que todas las demás sean parte del montón. El que la historia que PIXAR lleva a la pantalla no sea sólo una caricatura, tampoco me sorprende, ya que basta ver los dos episodios de Toy Story y Finding Nemo, para saber que el entretenimiento está garantizado no importando la edad del espectador.

Lo que si me parece destacable es el hecho de que como ya mencioné, el personaje sea una rata que si no fuera porque es azulita podría darnos asco con su sóla presencia, es decir, nadie le puso shorts, tirantitos o guantes blancos. Las escenas en que aparecen ratas en bola, son tan reales que esas si, dan asco; la rata no habla inglés (francés pues) para comunicarse con el buen Linguini, de hecho cuando la perspectiva se sale del mundo de Remy, nosotros sólo podemos escuchar chilleteos de esos super pinches que emiten las ratas. Total, cómo leí por ahí, Remy no es un personaje al que McDonalds pondría feliz junto con su hamburguesita y chesquito dentro de una cajita feliz: y eso me gusta.

Por último quiero reconocer que las enseñanzas para chavitos, de esas que esconden en todos los dibujos animados, no son para nada chocantes, es más hay dos tres cosas que podríamos aprenderle a Remy, a Linguini y por supuesto al protagonista de algunos de los mejores momentos en la historia de la animación: Anton Ego (ahi na’más, la voz de Peter O’Toole).

Ratatouille es un platillo que todos deben pedir.

PD. Ya encontré una combinación más asquerosa: Niurka y Bobby