Nuestro primer aniversario
Por: Eratóstenes Horamarcada
A principios de 2006, aunque no me interesaba hacerme de un blog, en algunas bitácoras que por entonces visitaba no permitían formular comentarios a quien no tuviera una cuenta en Blogger, por lo que abrí una en abril, y, al mismo tiempo, un blog: Erat Hora, título que proviene de un poema del escritor norteamericano Ezra Pound (1885 – 1972), a quien admiro desde que lo descubrí, hace más de diez años.
No sabía bien a bien qué hacer con mi nuevo juguete, pero me quedé con él. Seleccioné algunos de los cuentos y poemas que mis amigos enviaban a mi correo electrónico y esos fueron mis primeros “posts” o entradas. Publiqué también un par de textos míos, de los que posteriormente me deshice, junto con la mayor parte de mis primeros posts.
Por entonces los partidos políticos se encontraban en medio de una acalorada campaña electoral, haciendo circular, por ejemplo, cantidades masivas de “e-mails” donde ensalzaban las virtudes de uno u otro candidato; y, con un énfasis todavía mayor, trataban de denostar a sus rivales: una extensión, hacia el medio relativamente nuevo que era internet, de lo que día a día veíamos y escuchábamos en las calles, en la radio y en la televisión. Las contiendas para alcanzar el poder dentro de un sistema democrático han sido intensas en cualquier momento de la historia, pero lo que estábamos viendo en 2006 era algo nuevo: los partidos pasaron, de subrayar sus propias virtudes –reales o supuestas–, a señalar los errores del contrincante; después, a exagerar la magnitud de estos errores; y, finalmente, a mentir, a sepultar al candidato opositor bajo lluvias de “spots” difundidos continuamente a lo largo del día, en los que las propuestas del rival eran ridiculizadas y distorsionadas con sensacionalismo, usando imágenes agresivas y frases cortas, contundentes, que uno terminaba por memorizar hasta en contra de la voluntad personal. En Estados Unidos, esta manera repugnante de aguijar las pasiones de los ciudadanos no es nueva; en México sí, y la organización que abrió en nuestro país esta nueva veta de la suciedad política se llama partido Acción Nacional.
Yo fui votante del PAN, por cierto, cuando, en 2005, el ex-alcalde de Torreón Jorge Zermeño, actual embajador en España, se postuló como candidato a la gubernatura de Coahuila. Antes de esas elecciones, en las diferentes ciudades donde he radicado, voté, invariablemente, por candidatos de izquierda; pero mi padre, panista de toda la vida (excepto un par de veces en las cuales dio su confianza a los socialdemócratas; 1988 fue una de esas ocasiones), me convenció de desplazar mi mano, por una vez, hacia la derecha. Al final, no quedó Zermeño como gobernador, sino Humberto Moreira, del Partido Revolucionario Institucional, lo cual viene significando más o menos lo mismo.
Pero el comportamiento de Acción Nacional en la campaña presidencial de 2006 nos convirtió a mi familia y a mí en antipanistas.
El candidato de la derecha era Felipe Calderón, pero eso no importaba. Podía haber sido Santiago Creel, o hasta Alberto Cárdenas –la mercadotecnia hubiera sido la misma. El PAN concentró toda su descarga “mediática” sobre Andrés Manuel López Obrador, candidato de la coalición izquierdista Convergencia-Partido del Trabajo-Partido de la Revolución Democrática. Para abril, yo había decidido ya votar por el popular “Peje”. Viví en la Ciudad de México cuando éste era Jefe de Gobierno y sabía que nuestra capital no había tenido mejor conductor que AMLO. Reconocía defectos en él, cuestiones de “estilo” casi siempre, formas de comportamiento, un manejo muy pobre de los medios de comunicación (al contrario del PAN); pero el tabasqueño representaba la posibilidad de un auténtico viraje –el “cambio” que no llegó con Fox– en vista de la difícil situación financiera que México enfrentaba –y continúa enfrentando: la inmigración ilegal hacia Estados Unidos se disparó como nunca antes, la dependencia del petróleo era casi absoluta y, en suma, no alcanzábamos el desarrollo económico prometido por el PRI-PAN “liberal” de Vicente Fox, Ernesto Zedillo, Carlos Salinas de Gortari y Miguel De La Madrid. La sumisión que de hecho ya nos incluía como provincia de Estados Unidos, con cada presidencia subsiguiente de este último PRI-PAN trascendió a las actitudes: Fox pudo abandonar con comodidad la retórica nacionalista que antaño adornaba los discursos de los presidentes. Por otro lado, a muchos nos preocupaba la expresión, cada vez menos secreta, de una forma aberrante de catolicismo –anticristiana en realidad– presente en la cúpula gubernamental a través de personajes como Carlos Abascal y el mismo Fox.
Con este panorama al frente, la campaña sucia del PAN era un insulto a todos los mexicanos. A todos, aun si sólo a unos cuantos nos dolía. Un insulto muy peligroso, además, porque, aunque millones de ciudadanos podían ser, y fueron, engañados, otro grupo, no tan pequeño, era consciente de que Acción Nacional pretendía prolongar su estadía en el poder sin importarle que los medios fueran la difamación de la izquierda y la apelación a la irracionalidad latente en todos los seres humanos.
Para intentar contrarrestar, desde mi pequeño nicho, la tormenta de e-mails foxistas-calderonistas (cuyo primer origen eran las oficinas gubernamentales, como demostró el impotente IFE en su momento), me dediqué a reenviar a cuanto conocido o desconocido apareciera en mi buzón la información disponible en internet que demostraba las mentiras de la propaganda oficialista. El sitio web más adecuado para encontrar esta información era y sigue siendo el Sendero del Peje, del monero Víctor Hernández.
Como muchas otras iniciativas de visión izquierdista, la del Sendero del Peje parte y se desarrolla enteramente desde la ciudadanía alejada de los partidos. Hay que ubicar en esta característica la raíz de sus logros y de sus eventuales defectos. El Sendero inspiró la creación de decenas de blogs y portales obradoristas. Yo mismo transformé Erat Hora en blog político por influencia de Víctor; de este modo, además de reenviar la información por e-mail, estaba disponible en cualquier instante para cualquier persona, no sólo para mis contactos.
Erat Hora llegó a ser, durante varios meses, uno de los 25 blogs más leídos de México, y fue mencionado como uno de los más interesantes con tema político por la revista Proceso. Ái nomás.
Lo que me distinguía –no sé si para bien o para mal– de otros blogueros de la resistencia era que yo metía mi nariz en cuanto blog me encontraba. Preferentemente donde veía que opinaban distinto a mí. Me gustan más los blogs que los foros porque en un foro debes registrarte, recordar tu contraseña, etc., aparte de tener un carácter un poco “introvertido”; es decir, hay foros obradoristas, derechistas, católicos, ateos… y sería un poco raro ver a un ateo escribiendo en un foro cristiano, por ejemplo. Saldría expulsado. Con los blogs también hay cierta cerrazón, pero me parece que no es tan drástica. En fin, quizá era, sencillamente, que acababa de descubrir la blogósfera; antes de clavarme en los blogs políticos, ya era visitante asiduo de blogs personales como los de Beam y Chango.
Ya que menciono a Beam… Durante algunos meses, el aludido blogstar le dio cabida a la polaca en su hostal. Dejé un comentario en su blog, luego él uno en el mío y así inició esta bonita relación que al día de hoy tenemos, snif.
Con Toncha sucedió algo parecido. Víctor promovió su blog en el Sendero y ni tardo ni perezoso pasé a visitarlo. ¿Miedito?
Algo que me hacía sentir un poco raro era que, al contrario de la gente previsora, nunca escogí realmente un nickname, un nom de guerre con el cual identificarme cuando hacía comentarios en otros lados. Así que los demás me identificaron con el nombre de mi blog, que, en honor a la verdad, suena algo femenino. Pa que no hubiera confusión ni difamación, por ahí de julio de 2006 cumplí con la ley no escrita de inventarme un pseudónimo, que es, obviamente, un burdo intento de bromear con el que fue mi primer nombre. Dejé también aquel blog como un espacio más personal, con menos grilla… y sigo sin saber muy bien qué hacer con él.
En cambio, tenía muy claro que me interesaba hacer un blog político al lado de Beam y Toncha.
El 5 de septiembre de 2006, después de que, con una infame decisión, el TRIFE proclamara presidente a Felipe Calderón, nació El pedote de FeCal. Todo lo que antes estuvo en mi primer blog lo moví para acá ese mismo día, incluyendo cientos de comentarios de un buen bonche de lectores, a favor y en contra tanto de López Obrador como de Calderón. A la mayoría de los lectores nunca se les censuró, dijeran lo que dijeran. El título de este blog no necesita explicaciones, ¿verdad?
¡Gracias a todos los que, después de un año, siguen consultando El pedote de FeCal! Contraté a un viejo grupo para que nos viniera a cantar.Cracker – Happy birthday to me
Original post by Eratóstenes Horamarcada
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